El neoliberalismo como expresión del capitalismo moderno, ha aumentado la polarización de la sociedad en todas sus dimensiones; el ajuste estructural, su integración a la economía global, la austeridad del sector público, la liberalización del mercado, y la intervención del Estado en la economía desplazada por el mercado y en favor del sector privado, ha reducido radicalmente las posibilidades de crecimiento equitativo y satisfacción de las necesidades sociales. A su vez, la caída del ingreso familiar, el creciente desempleo y el acelerado adelgazamiento de los programas de seguridad social, minan las condiciones de bienestar, dejando pocas alternativas a las nuevas generaciones.
El capitalismo es el sistema social y económico más criminal de toda la historia de la humanidad, es el modelo salvaje que ha causado millones de muertes en el último siglo. En los últimos diez años, más de 31 millones de niños han muerto por desnutrición, y alrededor de mil millones padecen hambre en el mundo. Es un sistema que solo sirve para acaparar riqueza en pocas manos mediante la explotación y sometimiento; por ello, es insostenible.
Mientras la globalización promete mayores ganancias para el capital, las contradicciones creadas por el empobrecimiento están provocando condiciones forzadas para que la gente emigre, aceptando trabajos en las circunstancias más desafortunadas, con un deterioro consecuente de sus vidas y contribuyendo a la desintegración de la cultura, la familia y la sociedad. No es posible que la expansión internacional del capital siga integrando a los recursos y a las personas en un sistema polarizado de gran riqueza acompañado por pobreza y despojo, creando grupos sociales que viven en condiciones precarias.
Las contradicciones del crecimiento neoliberal son tan profundas que urge encontrar un camino para responder a la presente crisis y una ruta progresiva de transición hacia un mundo mejor donde el hombre se humanice y la naturaleza se respete.
Las nuevas alternativas deben orientarse a enfoques de sustentabilidad, de fortalecimiento y reconstrucción de la capacidad económica y social de la población con el conocimiento y las habilidades necesarias para aprovechar las actividades productivas requeridas para proteger y enriquecer los sistemas naturales como la tierra, el agua, el aire, los bosques, y la construcción social de las comunidades como el arte y la cultura, el uso creativo de los recursos locales y la participación popular en la planeación e instrumentación.
La sustentabilidad implica la modificación de procesos en la naturaleza, la economía y la sociedad sin comprometer a las generaciones futuras. El crecimiento de la producción, o de la riqueza nacional, no garantiza la mejora de los estándares de vida ni una mayor calidad de vida. Una estrategia para promover la sustentabilidad debe focalizarse a la participación local y a revisar la forma en que la gente vive y trabaja. La sustentabilidad integra al medio ambiente, la justicia social y el desarrollo, se trata de las personas, de la sobrevivencia humana como individuos y culturas. La sustentabilidad reconoce a los diversos grupos que mantienen sus herencias culturales, sus formas de organización social y productiva, y sus tradiciones que los acercan a sus ambientes naturales.