“¡Ya tengo pareja, bueno o algo así!”, espetó. Es una de mis mejores amigas; me dio mucho gusto escucharla tan decidida y definida. Es muy guapa: estatura media, pierna robusta y firme, cintura pequeña; joven, divorciada, excelente profesionista y deportista, dedicada madre de tres hijos jóvenes; alegre, optimista, trabajadora, cálida. Es decir, tiene todo lo que se puede ofrecer para tener momentos muy gratificantes y felices, pero…
–¡Platícamelo todo!, respondí como buena fémina atenta a la información que mis amigas y amigos me quieran compartir de manera espontánea.
–¿Cuándo nos vemos?, preguntó
–¿Mañana puedes?
–Sí, después de mi curso. Ve con tiempo para que platiquemos largo y tendido.
–¡Va!
Nos vimos en un restaurante para almorzar. Elegimos la mesa de la esquina para no distraernos.
–¡Ya estoy preparada!, aseveró. Yo lo elegí a él. Desde luego yo sabía que le gustaba. Y un día lo invite a cenar, con vino y todo y yo fui la que le dije…
–¿Qué?
–Empezamos a platicar de manera casual y llegó el momento que esperé para decirle: ‘Mira Rodrigo, quiero decirte algo: soy una mujer plena: profesionalmente estoy satisfecha, tengo proyectos echados a andar y me va muy bien en lo que hago y eso abona en lo económico. Mi situación familiar es sana y estable: tengo una familia con quien me la paso bien; mis tres hijos están en lo que les gusta: dos graduados y uno a punto de, y con mis padres y hermanos llevo una relación cálida y cercana. En el aspecto social tengo amigas con quienes salgo a correr; otras con quienes comparto intereses profesionales, científicos y personales que me complacen; tengo amigos con quienes salgo al cine, a comer, a bailar y me divierto mucho. Afectiva y emocionalmente estoy en mi mejor momento, tengo relaciones significativas que me hacen sentir muy bien, me siento bien, pero… existe un aspecto en el que no estoy realizada… es el sexual, que es donde quiero que me ayudes…’
–¿Así se lo dijiste?
–Sí, directo: “Es lo único que me falta”.
–¿Y qué dijo?
–¡Ya te imaginarás su cara de sorpresa… y exaltación!
–¿Qué te respondió?
–¡Que con mucho gusto!
–¡Qué mensa eres!
–Y ya, nos fuimos a su casa, ¡y no me equivoqué!
–Conozco el: “¡Quiero cogerte!” que es el momento de calentura, pasión o borrachera; pero el: “Ayúdame en lo sexual”, es muy calculador, suena muy fino pero ¡te pasas! ¡Más audaz, imposible!