Jueves, marzo 28, 2024

Margarita Zavala y Moreno Valle fracturaron al PAN, por ser ambos aliados del PRI

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Aunque tengan personalidades e intereses muy diferentes, al final ha quedado exhibido que existe un paralelismo político entre Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle Rosas, consistente en que ambos jugaron entre dos alternativas: primero buscaron ganar el control del PAN, mediante el intento de obtener la candidatura presidencial, y cuando no lo lograron, adoptaron un comportamiento de causar división y confrontación en las filas del Partido Acción Nacional, con lo cual deliberadamente están pretendiendo favorecer al PRI.

Con la renuncia de Margarita Zavala Gómez del Campo a su militancia en el PAN –que se concretó el viernes pasado– se estima que este partido, de entrada, podría perder entre un 10 y un 15 por ciento de sus votos tradicionales, lo cual le resta toda capacidad de competitividad para el proceso de 2018.

Más allá de los argumentos –no carentes de convicción– que dio la esposa del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa para abandonar las filas albiazules, queda claro que su dimisión parece obedecer no solamente a un acto de soberbia política, sino que es parte de una estrategia del PRI para fragmentar a la oposición con el fin de buscar ganar la próxima elección presidencial.

En la actualidad el PRI aparece en tercer lugar de las preferencias electorales y en el poco tiempo que falta para las próximas votaciones, ya no le da tiempo poder recuperar mucha de la confianza ciudadana que perdió a lo largo del sexenio de Enrique Peña Nieto, como consecuencia de que el actual presidente de México siempre fue visto por la opinión pública como un personaje débil, corrupto, mentiroso y sin capacidad de ofrecer beneficios sociales a la población más pobre y a la clase media.

Frente a ese sombrío panorama, el PRI le ha apostado a fragmentar, dividir, confrontar a sus opositores. De esa manera busca que solamente lleguen dos opciones fuertes a las votaciones de 2018: el candidato del tricolor y el aspirante de Morena, Andrés Manuel López Obrador. Con ello quiere que se polarice la contienda y el Partido Revolucionario Institucional haga una amplia alianza con muchos actores políticos y económicos de todos los colores y sabores, que se unan para derrotar al tabasqueño.

La salida de Zavala del PAN ha sido un paso exitoso para desinflar como un opositor importante al Frente Ciudadano formado por el albiazul y el PRD, que podía haber tenido un candidato muy fuerte en la figura de la esposa de Felipe Calderón o Ricardo Anaya Cortés, el presidente de Acción Nacional, siempre y cuando se hubiera mantenido la cohesión de las fuerzas internas del panismo, lo cual ya no es posible.

En esta estrategia de dividir y confrontar a las corrientes del PAN para quitarle a este partido una nueva oportunidad de regresar a Los Pinos, el PRI ha contado con dos aliados fundamentales, cada uno por su lado, pero con comportamientos similares. Ellos son Margarita Zavala y el ex gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle Rosas. Veamos algunos datos importantes:

Desde 2006 se sabe que ha existido un importante entendimiento entre el Grupo Atlacomulco –que es la facción de Enrique Peña Nieto– y Felipe Calderón Hinojosa, que en ese año permitió al panista ganar la presidencia de la República –por apenas unos 250 mil votos– por el apoyo que le brindaron gobernadores priistas.

Seis años más tarde trascendió que Calderón y Peña Nieto pactaron que el primero ayudaría a ganar al segundo la titularidad del Poder Ejecutivo federal, siendo esa la razón por la cual la entonces candidata presidencial del albiazul, Josefina Vázquez Mota, no tuvo el respaldo de Los Pinos para hacer una campaña electoral exitosa.

Ahora Zavala, al dejar el PAN, no solamente fractura al que fue su partido, sino contribuye a que el PRI pueda, en el mediano plazo, reposicionarse para buscar ganar los comicios presidenciales.

Con Rafael Moreno Valle Rosas se sabe que en 2012 surgió un pacto con el Grupo Atlacomulco, que permitió a la facción del entonces gobernador arrasar en todas las elecciones locales de Puebla –de 2013 y 2016– y ceder espacios importantes al PRI en los comicios federales de los años 2012 y 2015, en los que los morenovallistas ayudaron a generar triunfos de candidatos priistas.

Por esa razón desde 2012 a la fecha la dirigencia nacional del PRI y en particular la Secretaría de Gobernación federal no han permitido que en Puebla el tricolor genere algún tipo de protesta organizada, de confrontación o de critica moderada en contra de Moreno Valle Rosas, a quien se le ha solapado el uso abusivo del presupuesto estatal, lo cual él pagó beneficiando con suntuosas obras públicas a un conjunto de empresas vinculadas al Grupo Atlacomulco.

En su momento, tanto Zavala como Moreno Valle Rosas calcularon que podían ganar la candidatura presidencial del PAN, por lo que sus esfuerzos los enfocaron a ganar corrientes de opinión favorables dentro y fuera del partido. Esos esfuerzos se vieron frustrados en 2016, cuando Ricardo Anaya demostró que tiene el control de las estructuras del albiazul.

Entre mayo y junio de este año en los equipos de Moreno Valle y Zavala se dieron cuenta de que no podían derrotar a Ricardo Anaya, quien a su vez se ha obsesionado con el control de todo el aparato político–electoral del blanquiazul. Fue entonces cuando los dos primeros empezaron a tener acercamientos para formar un frente común, que consistió en generar fuertes cuestionamientos, campañas negras y confrontaciones dirigidas hacia el presidente de Acción Nacional.

Desde entonces el comportamiento beligerante de ambos ha estado acompañado por la sospecha de que es alentado desde el PRI.

Como parte de ese juego, Margarita Zavala desplegó una exigencia de que ya fuera electa candidata, aunque todavía no lleguen los tiempos oficiales de elegir al abanderado presidencial.

Y Moreno Valle se ha dedicado a exigir que el candidato presidencial del PAN –y ahora del Frente Ciudadano– sea electo por consulta abierta a toda la población, aunque estatutariamente no esté permitido.

Es decir, los dos han hecho demandas que se salen de las reglas. Ambos se han dedicado a cuestionar la autoridad de Ricardo Anaya. Y en lugar de buscar cohesionar al blanquiazul, solamente lo han dividido. Queda claro que todos estos comportamientos tienen un solo beneficiario: el PRI.

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