Apenas tiene cuatro años.
Mi hija estaba sentada en el sillón de la sala mirando la televisión esperando a que la llamara para hacer la tarea; despertar, desayunar, ir a la escuela, comer, ver televisión, jugar, hacer la tarea, cenar, dar la bendición, dormir. De lunes a viernes, es rutina… y ya pasaron más de cuatro años desde sus primeros movimientos en mi vientre, cuando apenas y parecía un pececito que suavemente se revoloteaba de un lado a otro; ¡Vaya que ha pasado el tiempo!, y seguirá transcurriendo.
La miré con detenimiento; esa pequeña criatura que estaba sentada en el sofá era mía –al menos por un tiempo-, reflexioné, y es mi responsabilidad modelar en su pensamiento los conceptos que día con día, forjarían su aprendizaje a manera de prueba y error: Así es como se crean las más bellas esculturas.
Entonces, pensando en la apabullante y casi intimidante empresa, me di a la tarea de hacer un listado de las cosas que me gustaría que ella aprendiera de mamá; la lista seguramente está incompleta, sin embargo, entre cada uno de estos aspectos, hay un sinnúmero de valores y actores que ignoramos por la vertiginosidad de lo cotidiano, sin darnos cuenta de que el sentido del amor también radica apreciar los pequeños regalos que todo el tiempo nos da la vida.
- ¿Vas a ir a un concierto? Deja el teléfono celular en casa. Hija, vive el momento. Un video del mismo concierto lo puedes encontrar en Internet más tarde, o te lo puede compartir un amigo, pero la experiencia de alzar los dos brazos y corear tu canción favorita, no regresará nunca.
- A veces hay que depilarse las piernas… a veces, no. Aprende a dar balance a tus decisiones. Si duele y no es necesario, no lo hagas. En cambio, si es importante y te da seguridad, enfrenta el momento y piensa que el dolor es pasajero.
- Tírate en el pasto, ve las figuras de las nubes. ¿Recuerdas el juego? ¡No lo olvides! Una nube es más que una pieza de la naturaleza, también lo es de tu imaginación. Mantén viva esa parte de tu mente que entre la tecnología y las críticas adultas, puede morir.
- Corre bajo la lluvia, sonríe, alza la cara. Querida, te aseguro que no hay mayor sensación de libertad que esta. Tampoco te olvides disfrutar el olor a tierra mojada.
- No puedes perderte admirar un amanecer. En verdad, no puedes. En el momento que lo observes, te darás cuenta que Dios existe. No hay nada más que decir.
- Ama la naturaleza, disfrútala y respétala. Todos los seres vivos estamos en el mismo hogar; sé un habitante respetuoso y cariñoso, de esos que todos quieren como “Roomie”. Cada molécula, cada estrella, cada grano de arena, son parte de un milagro que se llama Universo; valóralo.
- Maravíllate de todo lo que te rodea, conserva tus ojos de niña. No dejes de mirar con esos ojos curiosos que tienes desde que eras un bebé. El juguete de cuerda, el automóvil que rueda por las calles, “La Noche Estrellada” de Van Gogh, todo, absolutamente todo es sorprendente.
- 8. Prueba toda la comida que puedas, para que sepas lo que te gusta y lo que no. Forma tu criterio, aprende a amar tu cuerpo y dale lo necesario para que se conserve por muchos años, pero tampoco seas aprehensiva, si quieres un helado, unas papas fritas o una buena hamburguesa, cómetelos sin remordimiento que mañana será otro día.
- Llora con las canciones, pero recuerda que después de tres minutos, la melodía se acaba. Y después de la canción triste, pon una que te haga bailar ¿Me entiendes?
- 10. Y lo más importante, defiende tus convicciones que yo estaré a tu lado para respaldarte. Tendremos momentos hermosos, y otros complicados, pero siempre trataré de entenderte. Hija mía, no olvides que para mí lo más importante es estar a tu lado en este camino que recorreremos de la mano durante muchos años; al final tendré que soltarte, pero quiero hacerlo segura de que andarás con paso firme y una sonrisa dibujada en los labios.
Tengo poco tiempo, pero hoy, hoy solo quiero admirarte como si fueras ese amanecer que me recuerda que Dios existe.