Caudalosos ríos de tinta corren en estas épocas con el tema de la muerte, pues todos nos sentimos con la necesidad de hablar de él. Por lo tanto nos “refriteamos” hasta la saciedad una cantidad ingente de “lugares comunes” como el que los mexicanos no le tenemos miedo a la muerte, que nos burlamos de ella, que eso de la muerte es un asunto enteramente festivo, que si nos la comemos en forma de calaveritas de azúcar, que… la mamá del muerto, etcétera.
Hay algunas cosas en las que este torrente de “rollos”, poco original, tiene razón, como es el hecho de que la muerte violenta se encuentra hoy en día omnipresente entre nosotros, debido a las acciones de delincuencia organizada y desorganizada, la de los maleantes con funcionarios que la protegen y la ordinaria, aquella que se practica con mayor frecuencia dado el estado fallido que padecemos.
Los textos satíricos llamados “calaveras” probablemente tengan un origen decimonónico y constituyen una válvula de escape de los autores de estos versos y de quienes los leen, frente a los constantes y numerosos agravios que los disque prohombres y promujeres del poder, políticos profesionales y “lores del empresariado”, cometen todos los días en contra de los ciudadanos como usted y como yo. Generalmente se trata de décimas y la dificultad consiste en lograr una idea redonda del tema, ajustado a esa métrica. Con alguna frecuencia se complementan con ilustraciones de esqueletos elaboradas por caricaturistas, con lo cual se expresan dos ideas, aquella que contiene el texto y la que corresponde al mensaje gráfico.
Los protagonistas son aquellos individuos destacados de la picaresca nacional, así como de sus frecuentes trapacerías y canalladas, en un contexto que alude a dos sitios míticos: el inframundo y el infierno, con la muerte “calaca y flaca” y el chamuco como reina y señor, respectivos, de esos dos lugares. Los más abundantes son los políticos, algunos empresarios, personas del medio artístico, deportistas profesionales, instituciones, empresas y uno que otro intelectual sobresaliente.
Las cuentas y los contadores
Hay cosas que no se “cuentan”
¡Y dicen que cuentan mucho!
se lee en el periodicucho
en radio y tele comentan.
Mientras los muertos aumentan
las “cuentas” no son confiables,
no se encuentra a los culpables,
pero la “casta” negocia
y con los diablos se asocia
buscando presidenciables.