En la mitología romana, Febris era la diosa que protegía a las personas de una enfermedad terrible que, desgraciadamente todavía en este siglo, sigue cobrando muchas vidas sin que exista una medida definitiva para controlarla. Se trata de la malaria o paludismo, cuya característica principal es precisamente la elevación de la temperatura corporal acompañada de una variedad particularmente amplia de malestares como escalofríos, sudoración copiosa, aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, dolores musculares y articulares, rigidez en los músculos del cuello, dolor intenso de cabeza, enrojecimiento cutáneo, alteraciones en la conciencia y hasta convulsiones.
Lo cierto es que la característica principal de este problema es la elevación de la temperatura, que todos conocemos como “calentura”. Pero una cosa es la fiebre entendida como un conjunto variado de signos y síntomas, a diferencia de la hipertermia, que es aisladamente el aumento de la temperatura como tal. Sus causas son tan variadas que difícilmente se puede encontrar una clasificación que ayude a comprenderla en su totalidad.
Aunque la mayoría de las veces es producida por infecciones, existen otras causas que se pueden resumir en algunas variedades de cáncer; alergias; enfermedades inmunológicas; patologías de la sangre graves como leucemias; destrucciones amplias de tejidos denominándose a este problema necrosis tisular; enfermedades de glándulas como crisis tiroideas; traumatismos múltiples; cirugías extensas; radioterapias; exposiciones a temperaturas elevadas en el ambiente por tiempo prolongado; algunos medicamentos; emociones intensas y hasta otras autoinducidas o simuladas denominadas en medicina como fiebres ficticias.
Sin embargo, existe un término denominado “fiebre de origen desconocido” (abreviado como FOD) en la que el médico se enfrenta a un problema complejo por la amplia variedad de condiciones que oscurecen la posibilidad de encontrar su causa. Pocos síndromes ofrecen tantas probabilidades diagnósticas en medicina como la fiebre, sin embargo, su presentación muchas veces es menospreciada. Tan es así que, incluso nosotros los médicos, ante un cuadro febril, inmediatamente pensamos en procesos infecciosos bacterianos y en una inercia poco racional indicamos indiscriminadamente antibióticos con medicamentos para controlarla, sin llevar a cabo un estudio minucioso del individuo que la padece.
Esto constituye un motivo de discusión tan amplio, que abordarlo es extremadamente complicado y particularmente interesante. Por eso, la fiebre siempre debe ser considerada como un signo alarmante de importancia capital.
Las noticias climatológicas han informado que es particularmente notoria la elevación de la temperatura en el planeta. Nuestro mundo está en una crisis de calentamiento global de características catastróficas; pero de la misma forma en la que los médicos menospreciamos el síndrome febril y nos fijamos solamente en la hipertermia, irresponsablemente los países desarrollados, principalmente los Estados Unidos contribuyen brutalmente a que el cambio climático genere una serie de problemas de características inconmensurables dentro de un futuro cercano. No hablamos, pues de una fiebre de origen desconocido sino de un abuso irracional de energía que desprende calor, claramente identificado, donde quienes salimos perdiendo somos nosotros, quienes vivimos en países pobres.
Podemos ver que los glaciares están derritiéndose, los mares aumentan sus niveles, las selvas se secan, los animales y las plantas no se adaptan a estos brutales cambios de clima, muriendo. Indudablemente somos los seres humanos quienes hemos causado estos fenómenos mediante la generación de gases que retienen el calor, condicionando el efecto invernadero. El cambio climático constituye uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Marca un momento decisivo para la supervivencia. Es urgente de tomar medidas enérgicas para resolver este problema mundial, pues nos encontramos en un momento impostergable. De otra forma, nos veremos ya cincelando un epitafio en el sepulcro de nuestra especie.