El reporte de finanzas públicas del mes de agosto de la Secretaría de Hacienda señala que la caída de la producción y de las exportaciones de petróleo impacta negativamente sobre los ingresos presupuestarios, los cuales cayeron 0.6 por ciento en términos reales, unos 113 mil 900 millones de pesos, y a ello se suma la menor captación tributaria por concepto de IVA debido a la desaceleración de la actividad económica. Ello presiona las finanzas públicas, y para que ello no lleve a restringir tanto la capacidad de gasto del gobierno, es que éste solicitó al Congreso de la Unión, como parte del Paquete Económico 2014, una ampliación del déficit de 2013 por 0.4 por ciento del PIB, que es equivalente a la caída esperada de ingresos públicos. Sin embargo, los datos reflejan un menor ejercicio del gasto presupuestado que contribuye a la caída de la actividad económica.
Como consecuencia de las presiones que enfrentan las finanzas públicas, se ha incrementado el saldo de la deuda interna del sector público en 95 mil 100 millones de pesos, para ubicarse en un nivel de 3 billones 865 mil 110.7 millones de pesos, y por su parte la deuda externa se elevó a 126 mil 442.1 millones de dólares, un aumento de 4 mil 800 millones de dólares más que al cierre de diciembre de 2012. El mayor endeudamiento aumentará las presiones sobre las finanzas públicas por la mayor carga del servicio de la deuda pública, lo que obligará al gobierno a restringir inversión y gasto para cubrir tales obligaciones financieras. Diferente sería si dicha deuda se estuviera traduciendo en mayor inversión que apuntalara la actividad económica y ésta se tradujera en mayor recaudación tributaria, pero ello no está siendo el caso. El gobierno incrementa la deuda como si la tasa de interés y el tipo de cambio fueran a permanecer estables por mucho tiempo. La tendencia es que aumente la tasa de interés internacional, lo que está generando presiones sobre el tipo de cambio y tendrá que llevar a que se incremente la tasa de interés internamente, por lo que aumentará la carga del servicio de la deuda, y mayores restricciones de inversión y de gasto tendrá que realizar el gobierno, por lo que se acentuará la tendencia decreciente que ya vive la economía nacional. Es decir, a la desaceleración de exportaciones, del consumo e inversión del sector privado, se suman los ajustes restrictivos de la política fiscal, configurando ello un contexto recesivo de la economía.
Al menor gasto público, se agrega la desaceleración de la disponibilidad de crédito al consumo, como consecuencia del aumento de la cartera vencida, lo que tiende a frenar más el crecimiento de demanda. Ni la política fiscal, ni el sector privado se apuntan a que haya motor interno de crecimiento, quedando la economía sujeta al desempeño de las variables externas, las cuales han venido teniendo un desempeño negativo, tanto por la problemática de la mayoría de los países de la zona euro, como por los problemas de la economía de Estados Unidos.
El panorama incierto de la economía estadounidense, derivado de la postura de los Republicanos en la Cámara de Representantes de frenar la política de gasto social del gobierno de Obama y de poner un techo al endeudamiento de dicho país, avizora que continuará el bajo crecimiento de su economía, lo que mantendrá la tendencia decreciente de nuestras exportaciones, evidenciando que no tenemos motor externo de crecimiento.
Al menos uno de los tres sectores de la economía (sector público, privado y externo) tiene que actuar como motor de crecimiento para que la economía no caiga en una recesión, y en alto desempleo y subempleo permanente. Las autoridades no pueden esperar o confiar en que Estados Unidos crezca para que jale las exportaciones y la economía nacional. Ello ha acontecido en varios períodos en el pasado, pero la dinámica de nuestras exportaciones no irradia al conjunto de la economía nacional, dado el alto componente importado de las exportaciones manufactureras. Y además, no se vislumbra que la economía estadounidense se convierta de nuevo en el motor de la economía mundial, y hay que considerar que nuestra competitividad se ha desvanecido. Por su parte, el sector público, no asume un papel contra–cíclico de expansión significativa del gasto para reactivar el mercado interno y así la economía, por lo que el sector privado, al ver que no hay crecimiento de demanda interna y externa, no incrementa la inversión, por lo que se recrea el contexto de bajo crecimiento que enfrenta el país.
El único sector capacitado de romper dicho nudo, es el sector público a través de retomar el control de la moneda para viabilizar un gasto público deficitario a favor del crecimiento de la productividad, de la producción, del empleo. Debe a su vez asegurar efectos multiplicadores internos de dicho gasto para evitar filtraciones de demanda hacia el exterior, y déficit de comercio exterior que puedan frenar el crecimiento. De continuar la economía nacional en el actual contexto de liberalización y desregulación económica, y con las políticas de estabilidad macroeconómica, no tiene perspectivas de crecimiento.