Hoy, la derecha es neoliberal, aunque no se quiera reconocer con tal y ofrezca un discurso encubridor. El neoliberalismo no es solamente un proyecto económico, sino que sintetiza los valores básicos del liberalismo en torno a la sociedad, la naturaleza y el progreso. Quienes usufructúan el poder en este proyecto, han puesto a su servicio todos los instrumentos ideológicos y mediáticos con un propósito fundamental: naturalizar las relaciones sociales capitalistas. Se ha forjado, así, la hegemonía neoliberal, categoría según la cual las características de la “moderna sociedad burguesa” son la expresión de las tendencias espontáneas, naturales e inevitables del desarrollo histórico de la sociedad mundial hacia el capitalismo, convertido no sólo en el orden social deseable, sino también el único posible. En este sentido, los ideólogos, los empresarios y la tecnoburocracia nos quieren hacer creer que nos encontramos en las puertas de un modelo civilizatorio inevitable y mundial.
Esta fuerza hegemónica del pensamiento neoliberal en México se encuentra en crisis, debido a que la población resiente severamente los resultados del funcionamiento de la sociedad neoliberal, tanto en el aspecto económico, que muestra una economía estancada (escaso crecimiento), incapaz de ofrecer empleos dignos y un mercado que, sin regulación alguna, tiende a la concentración de la riqueza y el ingreso; también, la población ha puesto en duda la eficacia y honestidad de muchas instituciones que son pilares del modelo neoliberal; el propio funcionamiento del régimen político, parece no satisfacer las expectativas políticas y democráticas como vía del cambio, la propia democracia como forma de vida se ha visto sometida a un embate sistemático pues a muchos no les gusta lo que se prevé: la llegada a la presidencia de la República de alguien que no esté sometido a los intereses dominantes y que, por el contrario, cuestiona lo que ocurre en la sociedad mexicana, que vive una profunda crisis de viabilidad y empieza a creer que es posible, pero sobre todo necesario, un cambio que conduzca a la formación de un gobierno cuya preocupación central esté puesta en las personas y el trabajo, en el impulso a la producción de bienes y servicios demandados por un mercado interno debidamente reforzado con empleos dignos.
Pero, los candidatos del neoliberalismo, parece que acaban de llegar de Marte y se manejan tratando de sostener la creencia en el modelo neoliberal y los intereses que representan. Aluden a la realidad como si ellos no hubieran tenido nada que ver con ella y en las políticas que han deteriorado la vida de los trabajadores, muchos con empleo, pero con ingresos que no les permiten satisfacer sus necesidades básicas y sometidos a una violencia extrema mediante la cual se les despoja del valor, que sólo ellos producen y que jamás disfrutan.
Los candidatos neoliberales están propuestos por partidos que han gobernado en los últimos cuatro sexenios: dos el PAN y dos el PRI. Ellos son los causantes de los problemas, por tanto, no son solución.