Obras de José Joaquín Magón, pintor novohispano activo de 1742 a 1765 en la región de Puebla y Tlaxcala, están siendo intervenidas como parte de las obras de preservación llevadas a cabo en la basílica de nuestra señora de Ocotlán, uno de los templos más venerados de Tlaxcala y su región aledaña, edificado en el siglo XVI.
De Magón, artista nacido en Puebla y considerado el mayor artista del siglo XVIII, se están interviniendo un total de seis obras fechadas en 1754. Se trata de El calvario, La caída, La flagelación, La última cena, El beso de Judas y El rey de las burlas, todos ellos óleos que van de los 4.50 metros de alto hasta los 6.37 metros de largo.
En coordinación con el gobierno de Tlaxcala, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) interviene estas seis pinturas de gran formato alojadas en la sacristía del recinto religioso, una labor supervisada por especialistas de la institución.
Los restauradores Alatiel de la Mora, supervisora del Centro INAH Tlaxcala, y Ricardo Medina, director del proyecto, indicaron mediante un boletín informativo que dicha tarea deriva del trabajo previamente realizado por el instituto en los retablos del mismo santuario.
De acuerdo con los expertos, una parte de los daños que presentaban los bienes derivaba de su propia técnica de manufactura; se determinó que cada lienzo estaba conformado por hasta 13 telares más pequeños unidos entre sí, lo que ocasionaba pérdida de tensión y dobleces en las imágenes.
Aunado al oscurecimiento natural de sus barnices y dada la gran superficie a trabajar, fue necesario descender las obras de su sitio original. En este proceso, detalló Ricardo Medina, se encontraron notables daños en los bastidores, causados por la presencia de microorganismos, insectos de madera e incluso nidos y deyecciones de aves.
Lo anterior, aunó, se atendió con la elaboración de nuevos soportes, el reentelado, la limpieza y la corrección de los planos para devolver a las pinturas su posición y firmeza originales; posteriormente se dio paso a la fase de reintegración cromática y barnizado.
Alatiel de la Mora destacó que tanto el proyecto inicial como las modificaciones hechas durante su desarrollo, fueron revisados y autorizados por el Centro INAH Tlaxcala y la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del mismo instituto.
Los restauradores añadieron que el proyecto de restauración, además de preservar el legado artístico del santuario, también contribuye a revalorar la obra de José Joaquín Magón, pintor mulato que en su época logró posicionarse como uno de los artistas más renombrados de la región poblano-tlaxcalteca, y cuya labor no había sido estudiada académicamente sino hasta hace pocos años.
La influencia de Magón en el gusto artístico de la zona, señalaron, puede comprobarse por el hecho de que su pintura de La Última Cena cuenta con reproducciones de menor tamaño en otros templos de Tlaxcala, que también datan del periodo virreinal, como el caso de las iglesias de San Diego Metepec y Santa Cruz.
Cabe destacar que una particularidad más del conjunto restaurado, según consta en una breve anotación sobre el lienzo El Calvario, es que el entonces obispo de Puebla, Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu, estableció se otorgasen “80 días de indulto” a las personas que rezaran un padrenuestro frente a cualquiera de los lienzos de la sacristía.