Jueves, marzo 28, 2024

Infección por Rotavirus

En 1973, la doctora Ruth Bishop y sus colaboradores en la Universidad de Melbourne, Australia, tomando muestras de tejido obtenido de la primera porción del intestino (duodeno) en niños con diarrea, identificaron con microscopio electrónico a unas pequeñas partículas virales con forma redondeada que imaginariamente les figuró las “ruedas de una bicicleta”. Esta característica los llevó a imprimirle al microbio recién descubierto el nombre de Rotavirus. Desde entonces, en todo el mundo se ha confirmado la presencia de este virus en la mayoría de las enfermedades diarreicas en niños, concluyendo que es la principal causa de enfermedad en menores de dos años.

Su principal característica es la alta capacidad infecciosa, lo que hace suponer que, además de la transmisión por el consumo de alimentos y agua contaminada, puede existir algún otro medio, como el contacto con objetos contaminados y que estén bajo ciertas características particulares que permitan al virus mantenerse vivo y en estado latente.

Aun cuando en la actualidad se dispone de distintos métodos de laboratorio para identificar la infección como la detección del antígeno viral en heces, rotaforesis, microscopia electrónica y serología, por el hecho de que en nuestro país no existe la adecuada vigilancia epidemiológica, no se tiene un panorama real de su frecuencia y por lo mismo, de su alcance desde el punto de vista económico y social.

Técnicamente, se pueden describir muchas cosas alrededor de este virus, pero considero más importante explicar tres fenómenos que plantea el doctor David Bloom, de la Facultad de Salud Pública de Harvard, quien divide a esta infección coloquialmente en: Lo bueno, con una disminución de la tasa de mortalidad infantil que se ha reducido en casi 60 por ciento de 1960 a 2002; una cobertura de inmunización expandida de 5 por ciento a 10 por ciento en los niños de 1974, a aproximadamente 75 por ciento de los niños en 1990. Lo malo, con una mortalidad de más de 10 millones de niños de hasta cinco años de edad en 2002. Aunque los niños de hasta cinco años de edad conforman alrededor de 10 por ciento de la población mundial, desgraciadamente representan casi 20 por ciento de las muertes mundiales. 6 a 7 millones de los más de 10 millones de muertes infantiles, fueron prevenibles y cerca de 10 por ciento de esas muertes prevenibles se debieron a la infección por rotavirus. Lo feo es que las disparidades en la expectativa de vida entre los países ricos y los pobres superan más de 40 años; las tasas de mortalidad infantil varían por un factor mayor al 50 por ciento. Hay un crecimiento de la disparidad en la mortalidad infantil, cuando en 1960 era cinco veces más alta en los países en desarrollo, en comparación con los países industrializados; en 1990, 10 veces más alta y en 2002, 13 veces más alta.

Desgraciadamente una vez que hay infección no hay tratamientos específicos, pero es necesario comprender que el virus no mata, sino la deshidratación, concibiendo esto como a la pérdida de líquidos y sales (electrolitos). Por eso, ante cualquier caso de diarrea y vómito intenso, se debe vigilar que el niño llore con lágrimas y que sus mucosas estén húmedas. No dar medicamentos sin consultar al médico y cuidar la piel del pañal con pastas inertes que eviten la irritación. Ante cualquier sospecha de deshidratación, es urgente la conducción a un centro hospitalario.

La infección se puede evitar con medidas tan simples como lavarse las manos con jabón durante 15 segundos como mínimo, sobre todo después de ir al baño, haber cambiado pañales, antes de manipular alimentos y evitar que objetos sean contaminados con materia fecal de cualquier miembro de la familia. Estas medidas tan sencillas deben ser suficientes para controlar la infección; sin embargo, no hay qué descartar la vacunación, ya que este procedimiento representa un extraordinario método de prevención.

Las bajas temperaturas convierten al Rotavirus en un agente biológico de amplia difusión, por lo que se espera que en esta temporada se incremente el número de casos. Hay qué considerar que el tratamiento con antibióticos no solamente es insuficiente sino claramente favorecedor de complicaciones. Esto nos obliga a pensar que, ante cualquier problema respiratorio y digestivo, lo más importante está representado por la buena alimentación y sobre todo, mantener un nivel adecuado de hidratación.

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