Martes, marzo 19, 2024

Ilusión o delirio

¿Por qué Puebla no tiene problema de abasto de gasolina si los ductos que la cruzan están considerados entre los que más perforaciones huachicoleras tienen? Ah, pues porque habrá elecciones para gobernador en unos cuántos meses.


Cierta o no, ésta especulación es típica de los tiempos de la cuarta transformación, en la que todo se ha politizado. Y, como todo se pone a discusión, todos opinamos de todo. En unos cuantos meses ya somos  expertos en aeropuertos y aviones, y ahora en  petróleo y gasolina.

Según Ricardo Monreal la lucha contra el huachicol equivale a una segunda expropiación petrolera. En esta guerra, advierte “ni un paso atrás”. Ya AMLO había dicho que atrás, ni para tomar impulso.

Así, de la noche a la mañana estamos en una nueva guerra, cuando no hemos salido de la otra que declaró Calderón al narcotráfico.

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Bueno, pues guerra y más guerra, con el discurso de amor y paz. El  Ejército y la Marina ocupan sus posiciones en refinerías y ductos para prefigurar en la práctica la Guardia Nacional, a la par que el gobierno  publica la cartilla moral de Alfonso Reyes para preparar el terreno a la Constitución Moral.

No basta con la acción de gobierno humilde, simple y llana, sino que tiene que estar acompañada con el montaje de la escenografía. No basta con intentar llevar la salud a todas y a todos, objetivo loable desde cualquier punto de vista, sino que en dos años vamos a estar como Dinamarca, Canadá o Inglaterra. No basta con diseñar e impulsar una nueva política contra la corrupción y el robo de combustibles, sino que se declara la guerra como preámbulo a la formación de la Guardia Nacional y a la emisión de la Constitución Moral con el apoyo del Congreso y del pueblo.

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Así, de manera paralela a la simple acción de gobierno, se construye la escenografía de la cuarta transformación y, en lo que se refiere al petróleo, la segunda expropiación.

Por ello se promueve la polarización. ¿Qué haría la cuarta transformación sin sus adversarios? Neoliberales, corruptos, huachicoleros, fifís, chayoteros, conservadores, prianistas, todos ellos encarnan el mal contra el pueblo, que es bueno por naturaleza e historia. Como el Ejército, que es pueblo uniformado.

Sofisma tras sofisma de un discurso sólo creíble para sus partidarios, porque los adversarios están ahí, de carne y hueso: los criminales y los que los apoyan, ya sea como cómplices, ya como aliados del viejo régimen que los dejó crecer.

De que funciona, funciona. A pesar de las colas por el desabasto de gasolina, por lo pronto creció el apoyo al Presidente. No importan los errores de logística reconocidos por la imberbe Secretaria de Energía;  se le perdonan porque la causa es más grande: el rescate para los mexicanos de la riqueza nacional. Es más, ni la crítica debe hacerse en este momento porque no abona en nada al bienestar popular.


El método caudillista para construir el movimiento de Morena, que a su vez llevó al caudillo a ganar las elecciones, vaya que funcionó también. Ahora vivimos el montaje de algo que intentó Benito Juárez en el siglo XIX, el Cesaropapismo, al que me he referido varias veces en este blog y que tomé de Guillermo Tovar y de Teresa.

AMLO rompió el equilibrio catastrófico entre tres fuerzas políticas que limitaba la capacidad de gobernabilidad a la naciente democracia mexicana. A esa situación se le suele llamar cesarismo. Al frente del movimiento que le dio una amplia ventaja en los resultados electorales, AMLO se hace institucionalmente jefe supremo de las fuerzas armadas pero, con la Guardia Nacional, cristaliza la figura del César. Paralelamente, con su propuesta de regeneración y con la próxima Constitución moral, podrá afianzar también la imagen del sacerdote que ensaya en su homilía de todas las mañanas.

La cuarta transformación tendrá al frente por fin la figura que se ha venido construyendo a lo largo de muchos años: la fusión del César y del Papa en un Cesaropapismo mexicano, lo que ni el mismo Benemérito pudo hacer.


La guerra al huachicol, sumada a la del narcotráfico, será el escenario ideal. Y si todo sale bien, con el dramatismo de los combates, el “nuevo régimen” cesaropapista alcanzará su plenitud, en medio del delirio de sus seguidores.

Después de que el EZLN llamó loco a AMLO, John Ackerman, uno de los ideólogos de Morena escribió que, “Quienes despotrican en contra de la “locura” ajena típicamente no hacen otra cosa que evidenciar su propia falta de comprensión de una situación. Decir que alguien o algo está loco es simultáneamente descalificar al interlocutor y confesar que tu capacidad de razonamiento no se encuentra suficientemente desarrollada como para entender lo que realmente está pasando bajo la superficie”. Y después de comparar a AMLO con el Quijote o con Hamlet, termina diciendo que “cuando las cosas están de cabeza, los “descerebrados” muchas veces son los únicos que cuentan con la visión necesaria para transformar el mundo”.

Me temo que detrás de la puesta en escena de la cuarta transformación tenemos a un aprendiz de brujo que ya se vio rebasado por la danza de las escobas cuya impericia, en ocasiones infinita, trata de ser escondida en la magia de las grandes causas por las que dice luchar. Y como ésta puesta en escena apenas va en ascenso, no hay manera de poner en duda o de criticar sus acciones. Habrá que esperar, no hay de otra, a sus resultados.

Aunque dejando el mundo de los soñadores descerebrados, lo que se ve en marcha es un gobierno que nada de a muertito en el mundo neoliberal, aceptando sus determinaciones, con algunas propuestas para hacer un país menos desigual y menos corrupto –que ya es mucho–, pero que no tiene vocación de futuro, con lo cual, en el mejor de los casos, no podrá superar la mediocridad del desarrollo nacional que tanto ha criticado y que, por el contrario, tenderá a profundizar. Por cierto que, los grandes ahorros logrados en la lucha contra la corrupción, los privilegios de los poderosos y el saqueo de la nación, los despilfarra en los errores de instrumentación de su política o en la inversión de nuevos proyectos que desde ahora se anuncian infructuosos en sus pretensiones.

Ojalá me equivoque. Espero por lo pronto que la danza de las escobas que quieren otra guerra, así como el mando militar de la Guardia Nacional, sean puestas en su lugar y predomine la política para la construcción de la paz, aunque sea inevitable la polarización, dada la impostura de la cuarta transformación.

 

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