Viernes, abril 19, 2024

Grupo morenovallista se quiere quedar con la CDH

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¿Puede haber un ombudsman peor que Adolfo López Badillo, quien se fue del cargo en el peor descrédito? Si lo puede haber, pues en la disputa por la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla (CDH) han aparecido tres fuerzas: una vinculada estrechamente al morenovallismo; otra que representa a la alta burocracia de Morena y que es ajena al tema de la protección de las garantías individuales; y una tercera, constituida por organizaciones no gubernamentales que sufrieron en carne propia la persecución y la represión oficial del gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas.

En particular con los dos primeros bloques, se corre el riesgo de que de la CDH siga hundida en la misma crisis de falta de credibilidad y de compromiso con los derechos humanos, que se vivió en la última década. Lo grave de esta situación es que ese peligro parece que no es advertido por los diputados locales de Morena, que no tienen una brújula activada para conseguir que Puebla tenga un ombudsman a la altura de los graves problemas de violencia –de tipo tipo– que se enfrentan el estado.

Los tres agrupamientos que se han ido definiendo en la búsqueda de la presidencia de la CDH, son los siguientes:

Un grupo que estuvo estrechamiento vinculado al morenovallismo y es encabezado por Mónica Silva Ruiz, quien fue directora del Instituto Poblano de la Mujer y es esposa de Héctor Sánchez Sánchez, el actual presidente del Tribunal Superior de Justicia.

Bajo el argumento de la paridad de género, este grupo quiere impulsar como ombudsman a Catalina Aguilar Oropeza, quien actualmente es comisionada en el Comité de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción, es parte del Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia y además, es consejera del Consejo Consultivo de la CDH. Antes de ello, durante 10 años fue parte del Consejo Nacional de Fomento Educativo. Tiene estudios y participación en temas de equidad de género, de gobernanza y de buscar la inclusión de grupos de la sociedad civil en labores del sector público. Es decir, tiene una trayectoria profesional que sin duda la colocan –en apariencia– como una buena aspirante a ser parte de la CDH.

Sin embargo, esta mujer estuvo vinculada al morenovallismo, que es el periodo más obscuro en materia de derechos humanos de las últimas décadas. Tan es así, que en su calidad de integrante del Consejo Consultivo de la CDH guardó un silencio cómplice de las arbitrariedades que cometía el exombudsman, Adolfo López Badillo.

Por si fuera poco, hace unos meses trascendió que desde su puesto en el Sistema Estatal Anticorrupción se encontraba buscando información en contra del entonces candidato a la gubernatura de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, en un afán del morenovallismo de golpear a Morena –con una campaña negra– para impedir su triunfo o negociar con dicha fuerza política que no se abran investigaciones por actos de corrupción cometidos durante los periodos de los ex mandatarios Rafael Moreno Valle Rosas y José Antonio Gali Fayad.

Un segundo bloque lo ha formado el presidente del Congreso local, Gabriel Biestro Medinilla, quien busca controlar la CDH, como parte de un proyecto personal de buscar ser candidato de Morena a la presidencia municipal de la capital.

Biestro le ha dado alas a dos personajes: a Germán Molina Carrillo, quien dirige el Instituto de Ciencias Jurídicas y fue visitador de la CDH; y a Carlos Lucio Ramos, un especialista en temas de Pedagogía y que es ajeno a la defensa de los derechos humanos.

En el afán de Biestro de controlar él la designación del presidente de la CDH no se da cuenta que está impulsando a perfiles igual de negativos que Adolfo López Badillo, como es el caso de Lucio Ramos, quien es alguien ajeno al tema de los derechos humanos.

O lo que es peor, Germán Molina hasta hace unos meses era un crítico de la candidatura de Luis Miguel Barbosa Huerta, como una manera de venderse ante el grupo morenovallista como una opción para ser presidente de la CDH, pues siempre ha sido su obsesión el encabezar ese organismo.

Cuando fue visitador de la CDH, durante el sexenio de Melquiades Morales Flores, se dedicó a sabotear al propio organismo para que el pudiera subir al cargo de presidente, algo que no logró nunca.

Durante el sexenio morenovallista, German Molina se destacó por despedir como docente, de la universidad que dirige, a un abogado porque era un personaje incómodo para el gobierno estatal. Pese a que el agraviado le expuso que desde su catedra no generaba ningún discurso de corte político, el director del Instituto de Ciencias Jurídicas prefirió echarlo para quedar bien con el Poder Ejecutivo.

Un tercer bloque lo forman los perseguidos y presos del morenovallismo, que han propuesto a Luis Soriano Peregrina para que encabece la CDH.

Soriano fue uno de los perseguidos del gobierno de Moreno Valle y es un abogado experto en derechos humanos, sin contar que fue un importante activista lopezobradorista.

Uno supondría que Luis Soriano de manera natural tendría que ser el candidato de los diputados de Morena, pero los legisladores de este partido siguen demostrando que no acaban de entender en qué consiste la cuarta transformación pública del país.

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