Si el PAN poblano quiere llegar a un buen puerto en todas las coyunturas que este año deberá enfrentar, necesariamente tendrá que echar mano del capital político del ex gobernador José Antonio Gali Fayad, quien es el único que –por ahora– puede ser un factor de cohesión y estabilidad de esta fuerza política, que se ha partido en tres facciones, que se encuentran enfrentadas y distanciadas. Es el único que podría tener un liderazgo sólido en momentos en que el blanquiazul parece ser un barco que está en proceso de hundimiento.
Tras la muerte trágica de Rafael Moreno Valle Rosas y de Martha érika Alonso Hidalgo –ocurrida la tarde del 24 de diciembre– todo parecía indicar que el grupo morenovallista de inmediato se había buscado reagrupar con tres figuras a la cabeza: Luis Banck Serrato, Roberto Moya Clemente y Eukid Castañón Herrera. Pero esa fue solamente una idea que no se concretó.
Luis Banck, lejos de haber buscado aglutinar a todas las fuerzas morenovallistas, dentro y fuera del PAN, en las últimas semanas ha registrado un importante desgaste con el propio grupo del extinto Rafael Moreno Valle Rosas, con los panistas tradicionales, con la cúpula nacional del albiazul, con la corriente de Gali y con los partidos que eran parte de la coalición Por Puebla al Frente.
Aunque el grupo de Gali lo ve como un buen prospecto para ser el candidato del PAN a la gubernatura de Puebla, lo cierto es que el ex alcalde de la ciudad de Puebla no ha logrado ocupar el vacío que dejó Rafael Moreno Valle luego de que perdió la vida en un accidente aéreo.
Por su parte, Roberto Moya Clemente es quien administra el poder económico del morenovallismo, pero es un personaje con poco oficio político. Y Eukid Castañón se ha alejado de la vida pública del estado de Puebla. Dicha condición deja al grupo que ha controlado el Poder Ejecutivo en los últimos ocho años en la orfandad absoluta.
A la par, las diferencias entre el panismo tradicional –encabezado por Humberto Aguilar Coronado, Rafael Micalco y Eduardo Rivera– y el morenovallismo no han encontrado un punto de inflexión que les permita cambiar sus posiciones y unirse en el único propósito que les debería preocupar en su conjunto: que es evitar que el panismo pierda el manejo del Poder Ejecutivo de Puebla, luego de que es minoría en el Congreso local, en los gobiernos municipales y en las demarcaciones federales.
José Antonio Gali Fayad contrario a lo que muchos pueden suponer, no es parte del grupo morenovallista.
Desde el proceso electoral de 2018 surgió una fuerte ruptura entre José Antonio Gali y Rafael Moreno Valle Rosas, en mucho, por la falta la actitud conciliatoria del segundo de ellos de no respetar posiciones políticas que se habían negociado a favor del grupo del entonces gobernador de Puebla.
Un punto de conflicto fue que Moreno Valle dejó a José Antonio Gali López –hijo del ex mandatario– fuera de las candidaturas al Senado y en cambio sí otorgó una nominación suplente a su incondicional Roberto Moya Clemente, quien actualmente ya es parte de la Cámara Alta del Congreso de la Unión.
La principal ventaja que Gali tiene en la actualidad, es que en los últimos meses de su gobierno buscó consolidar a un importante grupo político dentro del PAN, que se ubica en medio del ya prolongado encono que existe entre morenovallistas y panistas tradicionales.
Y un aspecto muy importante es que Gali nunca abandonó su carácter conciliador y dialogante que siempre le han caracterizado.
Esa situación le ha permitido a José Antonio Gali Fayad mantener una relación de comunicación y entendimiento con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en particular con Olga Sánchez Cordero, la titular de Gobernación, la cual es una condición que no tienen el resto de los líderes panistas de Puebla.
De igual manera, Gali es el único que dialoga con las dos facciones más importantes: la de los panistas tradicionales y lo que queda del morenovallismo.
Sin contar que aunque fue solamente gobernador por un año y ocho meses, es hoy en día el político que tiene la mejor radiografía de los grupos de presión en el estado, de los problemas que se enfrentan en cada región de la entidad, de quienes son los aliados y los adversarios del PAN. Dicho de otra manera, es quien tiene la mayor capacidad de armar una campaña electoral para luchar por la titularidad del Poder Ejecutivo.
Con esos antecedentes, Gali Fayad es tal vez es la voz de mayor peso para sugerir quién debe ser el próximo candidato del PAN a la gubernatura y con qué equipo debe trabajar.
O visto de otra manera, si el PAN en su conjunto no quiere perder el poder, tendrá que echar mano del capital político del ex gobernador Gali Fayad.