Miércoles, abril 24, 2024

Ferrer: los gobiernos deben entender que el cine es patrimonio y no solo entretenimiento

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Para la gestora, promotora, restauradora y productora del cine silente mexicano Guadalupe Ferrer Andrade es necesario “pactar con los gobiernos” un acuerdo: que “la producción cinematográfica mexicana es también patrimonio histórico y no solo un insumo del entretenimiento”.

En esa necesidad, señaló la ex directora de la Filmoteca de la UNAM, de la Cineteca Nacional y del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), se deben de pactar también “recursos sustanciales y normatividades pertinentes” para apoyar a los archivos fílmicos. Lo anterior, dijo convencida, porque los archivos fílmicos dedican sus esfuerzos a salvaguardar y mantener visible el cine realizado en el país y, por tanto, a salvaguardar y mantener la memoria.

Al ser homenajeada en el tercer Festival Internacional de Cine (FIC) Silente que concluyó este fin de semana, acotó que el cumplir con esas necesidades deriva de algo en lo que está “absolutamente convencida: que no debemos dejar perder los reflejos de nosotros mismos”. Ello, continuo Ferrer Andrade, porque no se debe cejar en la importancia que tiene el preservar y dar acceso a la cinematografía realizada en México.

“Estoy feliz por ser distinguida en un festival que propone una reflexión sobre el lenguaje cinematográfico que privilegia la fuerza de la imagen en movimiento sin diálogos, destacando con ello, el enorme poder de la narrativa cinematográfica”, expuso en el Teatro de la Ciudad, lugar en el que, tras el homenaje, se proyectaron los filmes Le fer à cheval (Francia, 1909), de Camille de Morlhon, y Rapsodia satánica (Italia, 1915–1917), de Nino Oxilia.

En ese sentido, la merecedora en 1994 de la condecoración Caballero de las Artes y las Letras que entrega el gobierno francés, destacó el perfil del FIC Silente que “remedia una carencia en los festivales mexicanos”.

Ello, abundó, porque festivales de este tipo cumplen con una función: el ser la ventana de las propias y otras cinematografías, mitigando con ello la desigualdad a la que están sometidos los filmes con la exhibición comercial.

Sobre el cine, Guadalupe Ferrer señaló que, al ser colectivo, es un asunto fundamental en la memoria de los pueblos. “Algún tipo de cine siempre existió en la mente de toda persona y cuando sucedió el portento de registrarlo y proyectarlo se volvió colectivo, un cine colectivo”, estimó en su discurso.

Agregó que ese cine colectivo es compartido, lo mismo antes, que hoy y el que “vendrá después, el que pone en la pantalla historias y mensajes que nos identifican, que nos permiten comprendernos, que nos revelan la razones, nos generan coincidencia de que estamos juntos y tenemos algo más fuerte”.

Por tanto, dijo la miembro del Comité de Expertos del Espacio Audiovisual Hispano–Mexicano y consejera de la Asociación de Televisión Educativa Iberoamericana, “el cine nos embelesa, nos confronta, nos reta y nos divierte, nos sorprende y emociona”.

Acompañada por el director del FIC Silente, Enrique Ceballos, y la investigadora Itzia Fernández, la homenajeada acotó que cuando la fuerza narrativa del cine es determinada por lo gestos, los movimientos y la acción en el entorno, más que con las palabras, la imagen se apodera de la pantalla.

Entonces, concluyó, “surge ahí algo muy importante: una parte de nuestra memoria colectiva que utiliza el tiempo, el espacio, la afectividad, y el lenguaje en este caso de la imagen es capturada, se mantiene y aporta significados”.

Destaca que la proyección del filme Le fer à cheval contó con la musicalización del reconocido pianista José María Serralde, y su proyección se dio gracias a la asociación cultural Hommelette; mientras que Rapsodia satánica y la gestión de la Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales de la UAP, fue una versión –la mejor restaurada– facilitada por la Cineteca de Bologna y Cinema Ritrovato, de Italia, con el apoyo del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, también de la UAP.

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