Una exposición que es conmemorativa, histórica y al mismo tiempo actual. Que constituye, incluso, la primera ocasión en que se documenta, de manera visual, la producción gráfica autogestiva de Puebla en los últimos 50 años. Un proyecto que se desborda en varias direcciones, y que se propone como extraordinario porque sale del orden habitual, de los usos y acercamientos conmemorativos al movimiento estudiantil de 1968, además de que deja ver un imaginario gráfico de denuncia social, colectivo y propio.
De inicio, esos son algunos de los rasgos de La demanda inasumible. Imaginación social y autogestión gráfica en México, 1968–2018, una exposición curada de manera colectiva como colectivo es el origen de sus más de 400 piezas que se exhibirán a partir de este sábado 27 de octubre en el Museo Amparo –2 Sur 708–, tal como fueron hechas: con copias pegadas a la pared, como circularon en la calle, puestas aquí para que “resonaran como resonaron en su tiempo”.
Acompañados por el director del museo Ramiro Martínez, los curadores Tania Valdovino, Duna Aquino, Renato Bermúdez y Alberto López Cuenca señalaron que esta exposición da cuenta de cómo el movimiento estudiantil de 1968 comenzó, en el ámbito de la gráfica, con un ánimo de autogestión que se ha prolongado hasta el día de hoy, en donde el movimiento mismo se coloca como uno de esos múltiples momentos de creación visual colectiva.
Durante una conferencia de medios, explicaron que, con ello, se demuestra que el 68 no es asunto del pasado, el cual se pueda hablar en blanco y negro, sino que es algo que se prolonga hasta el presente. Aquí, dijo López Cuenca, se ve manifestada la iniciativa inaugurada en México en aquel momento, en algo concebido como “imaginación social”.
Abundó que la exposición “intenta rastrear un campo de resonancias gráficas y autogestivas en las que se produjo ese imaginario social”, en una suerte de experiencia gráfica anónima, colaborativa y apropicionista (sic), es decir, fraguada desde lo colectivo. “Lo que sostenemos es que el movimiento fue una manera de conceptualizar tomando elementos del imaginario popular, de la tradición gráfica, de los medios de comunicación, de la cultura popular y del imaginario provocado por las Olimpiadas, que significaron una circulación masiva de un imaginario propio de denuncia”, refirió el académico de la maestría en Estética y Artes de la UAP.
Aquella denuncia, continuó, incluía demandas que no solo eran políticas sino humanitarias, sociales, económicas y culturales, que “no podían ser asumidas por los estamentos del poder”, porque transitaban y denunciaban la injusticia, la represión y la impunidad, todas ellas vigentes.
En La demanda inasumible, acotó Alberto López Cuenca, aparecen gritos del 68, de los movimientos obreros, universitarios y de contracultura –como el punk, el anarquismo y el feminismo–, de los presos políticos, los feminicidios y los artistas urbanos, todos ellos con una geografía en común: Puebla.
No obstante, a pregunta expresa, el investigador del arte señaló que, en el discurso, “no les ha interesado el Estado” ni nombrar con nombre y apellido a los responsables, sino más bien contar “coralmente este tipo de práctica” y las estrategias de articulación existentes en torno a las demandas. “Nuestra intención no es suscribir tendenciosamente a ciertas posiciones políticas sino a la dimensión cultural”.
En ese sentido, acotó que más bien aquella “inquietud” por nombrar la debería asumir el propio Estado “para hablar de lo suyo, de las cosas, dándoles un nombre”. Por tanto, destacó el papel del Museo Amparo que tuvo la iniciativa de apoyar y cobijar el proyecto con todas las condiciones “sin bajar ni una obra, lo que es un signo de madurez que debería ser compartido”.
Sobre las piezas, López Cuenca detalló que en su conjunto ponen énfasis en esa dimensión coral de la protesta, que no es individual, como tampoco lo son las estrategias creativas en torno a ellas. “Hay una conexión entre distintos momentos puntuales, y aunque se notarán ausencias, el complemento se dará con esa conexión”, dijo. Acotó que a esa producción la caracterizó la fugacidad, la urgencia y la denuncia, por lo que la museografía podría concebirse como una “suma de fugacidades”.
La también curadora Duna Aquino señaló que se exhibe la Colección Arnulfo Aquino que conserva pegotes, carteles y estampas hechos durante el movimiento del 68, y es la segunda más importante después de la que resguarda el Museo de Arte Contemporáneo de la UNAM.
Al respecto, Renato Bermúdez informó que la Colección Arnulfo Aquino constituye el primero de los cuatro núcleos de la muestra. Los otros son el periodo comprendido entre 1973 y 1994 con los conflictos y los movimientos sociales, pasando el sismo de 1985 y el fraude electoral de 1988, además de lo sucedido a finales de los años 80 e inicios de los 90 con la escena anarcopunk; el movimiento zapatista acompañado de Acteal y Atenco; y lo más contemporáneo como Ayotzinapa, el #Yo soy132 y los movimientos feministas #Vivasnosqueremos, o el Programa de artistas urbanos impuesto por la anterior administración municipal de Puebla.
Por último, Tania Valdovino enlistó que la exposición se “accionará” con varios actos. El primero será la apertura de la muestra este sábado 27 de octubre a las 12 horas con una charla entre los curadores en el Museo Amparo; el segundo a las 17 horas con el inicio del ciclo de cine Imaginarios en resistencia, realizado en conjunto con el Colectivo Otro Cine, y el tercero el concierto de punk, rock y anarcofeminismo Somos los nietos de los que no pudisteis callar, en el Karuzo –11 Oriente 218– con Ruido Subterráneo, La Trola, Las ingobernables y dj Bombardier.
Luego, el 15 de noviembre, habrá una jornada de conferencias y debates a partir de las 12 horas, denominada Dominio público: imaginación social en México desde 1968. Las acciones se prolongarán hasta febrero de 2019, cuando cierre la exposición, con la presentación de un cuaderno virtual con textos de los curadores.