Christopher McQuarrie ganó el Oscar en 1995, por su guión para Sospechosos comunes. Lo menciono porque es co–guionista del estreno Al filo del mañana (Edge of tomorrow), de Doug Liman, adaptada de la novela All you need is kill, de Hiroshi Sakurazaka. Por su parte, el director Liman es quien produjo la saga Bourne: Identidad desconocida (que él dirige), La supremacía Bourne y Bourne: el ultimatum. Pero no son los nombres de McQuarrie y Liman los que atraen al cinéfilo promedio a ver Al filo del mañana, sino los de los “consentidazos” Tom Cruise y Emily Blunt (en los roles de Cage y Rita, respectivamente). En ella, ambos unen esfuerzos contra una invasión alienígena, en vísperas de la inminente derrota definitiva. La esperanza de revertir tal desenlace existe, a partir de una particularidad: Cage puede regresar una y otra vez al par de días definitorios, atrapado como está en un bizarro ciclo de repetición. Es decir: aun muriendo una y otra vez, le es posible reiniciar (desde el principio) dichas jornadas, buscando corregir errores y haciéndose más y más apto frente a cada nueva oportunidad. De aquí el sugerente “tagline” de la cinta: Live. Die. Repeat.
Como muchos otros films, Al filo del mañana es acción sci–fi, que aquí se percibe más afortunada. Su planteo es breve, incluso delgado, pero suficiente para establecer lo necesario rumbo a lo siguiente: salvar a la humanidad o morir en el intento… cuantas veces sea necesario. Pero claro, un giro del argumento marca por fin un límite a dichas repeticiones. A partir de ello, la película deja de ser meramente “ingeniosa” para encontrar el indispensable grado de tensión que hasta aquí nunca tuvo. Así pues, el último acto sintetiza en una embestida final que –ahora sí– ya es en serio de “matar o morir”. En fin: haciendo un balance, Al filo del mañana resulta bastante atractiva; no sólo por imaginativa, sino también porque se las arregla para no ser tediosa mientras Cage se “recicla” en sus empeños. Igual que el personaje reconstruye sus acciones a partir de sus tropiezos, la película se revisa y reencauza a sí misma para ofrecerse a la audiencia al modo de una cinta multi–caminos, o quizá como muchas cintas, cada cual de ruta diferente (pero nacidas todas del mismo punto de partida). Y por esto, ¿no resulta laberíntica la película de Liman? No, por fortuna; es del todo “seguible” y siempre sabes dónde se ubica el argumento y, esencial, por qué está ahí. En conclusión, Al filo del mañana es en casi todo superior al blockbuster veraniego típico. Y eso que no tiene, por increíble que parezca, una sola escena romántica entre Cruise y Emily Blunt. Se atraen, claro; pero la situación del planeta no está para arrumacos, a horas y en riesgo de que a la raza humana se la lleve la tristeza, por la vía de unos aliens francamente malhumorados.
Por otro lado, también hace presencia en cartelera –basada en el libro de John Green– Bajo la misma estrella (The fault in our stars), de Josh Boone, con Shailene Woodley compartiendo estelares con Ansel Elgort, ambos recién desempacados de Divergente. Cuenta la relación de Hazel Grace y Gus, adolescentes afectados de cáncer, una premisa temible en manos inescrupulosas por su potencial para exceder lo sentimental y caer –sin respeto– en lo sensiblero. Sin embargo, Bajo la misma estrella matiza el melodrama (incluso lo redime) por su mesura, por sus toques de humor y por privilegiar en su narrativa lo esencial sobre la trampa de lo “conmovedor”. Es pues una de esas películas con las que “te la rifas” al entrar a verla, pero de la que sales bien librado. Ojo: no por mérito tuyo, sino por la decencia del realizador, que cuenta la historia dirigiéndola al corazón, pero también a la razón. Y créanme: eso hace toda la diferencia.