El gobernador del estado de Puebla tuvo que cortar casi abruptamente el discurso que pronunciaba ante cientos de alumnos acarreados de diferentes universidades tecnológicas de la zona metropolitana, pues los estudiantes se burlaban con chistes y sarcasmos de las palabras del mandatario: “Pusimos la Universidad Politécnica Metropolitana aquí por su fácil acceso…”.
Esta institución de educación superior se encuentra en lo más recóndito de la colonia Tres Cruces, que se ubica al sur de la ciudad de Puebla, dentro de uno de los 52 polígonos de pobreza de la capital, según la Secretaría de Desarrollo Social.
Llegar es un problema: el acceso a esta universidad que ayer fue inaugurada por el mandatario y el secretario federal de Educación Pública implica atravesar un lodazal, pues el acceso principal aún no está terminado; faltan trabajos de ingeniería civil para poder adecuarlo.
Tan sólo ayer, minutos antes de que el gobernador y su invitado especial arribaran la institución, un tráiler de carga se hundió en el lodo del acceso principal. Los albañiles y técnicos no sabían cómo sacarlo y el cuerpo de protocolos del mandatario exigió solución inmediata; la presión pudo más y la pesada unidad salió minutos después.
Los alumnos e invitados a la ceremonia de inauguración cruzaron por pasto natural que había sido sobrepuesto sobre lodazales horas antes, por lo que el pasto de verde se transformó en café. Los empleados de limpieza no se daban abasto para retirar una y otra vez el lodo de quienes cruzaban por la explanada donde se harían los actos protocolarios –develación de la placa oficial, el corte de listón, un breve recorrido por las instalaciones–, pero todo quedó en su lugar, aunque sólo fue por unos minutos.
Ni el mandatario estatal ni el secretario Emilio Chuayffet tuvieron problema alguno on el lodo creado tras el intenso aguacero de la tarde del miércoles, el más severo que ha caído sobre la capital en años, pues cada uno llegó en su helicóptero.
Por eso los alumnos estallaron en carcajadas cuando Moreno Valle afirmó que era “fácil” llegar a este lugar. Mientras más se reían los estudiantes, el mandatario más se irritaba; así que fue mejor terminar el discurso. El gobernador y su invitado se subieron en camionetas; 200 metros adelante los esperaban sus respectivos helicópteros.
El lodo y lo demás quedó para los estudiantes, acarreados, a los que citaron desde las 7 de la mañana en sus respectivas escuelas para venir a enlodarse por varias horas, aplaudir por discursos por 30 minutos y retirarse a sus casas en ayunas.