El Real Madrid es posiblemente el club con mayor renombre en todo el mundo y 228 millones de seguidores avalan esta teoría. Desgraciadamente, los nuevos aficionados veneran a los galácticos o al CR7 que se encuentra bastante de moda, no trato de restar méritos a lo que estas generaciones han realizado por el equipo blanco, sin embargo, siguiendo la famosa frase de que no se puede hablar del presente sin conocer el pasado, me encuentro inmerso en la necesidad de devolverle, con estas líneas, un poco de lo que la generación de los últimos años de la década de los 50’s labró en el libro indeleble de la historia del fútbol mundial.
En 1953 ocurrió un acontecimiento trascendental en la historia del equipo blanco, la victoria en la tediosa disputa con el Barcelona por fichar al mejor jugador del mundo, Alfredo Di Stefano, fue el primer escalón efectivo de una larga escalera de aciertos, éxitos, y épocas gloriosas.
La saeta rubia, ganador del Pichichi en cinco ocasiones, y apodado así en honor a su tez y velocidad, no tardó en hacer de las suyas y aprovechó la presencia de jugadores como su compatriota Roque Olsen y Francisco Gento, aquel jugador que sería su compañero de maldades y travesuras realizadas en contra de los rivales dentro del terreno de juego. El equipo merengue, entonces dirigido por el uruguayo Enrique Fernández, se convirtió en campeón de la liga española acumulando 40 puntos.
Un año después, en 1956, se compitió por primera vez en la Copa de Campeones de Europa, hoy conocida como Champions League. La competición europea careció de atención mediática por el escaso número de participantes (16), y por la ausencia de los equipos ingleses. Este tipo de circunstancias no cuestionan el mérito del Madrid, que se alzó con la primera edición de la Copa de Campeones venciendo al equipo francés, Stade de Reims, enfrentamiento en el cual nació el romance entre el jugador francés Raymond Kopa y el equipo merengue.
Reiterando mi apreciación, la escalera de éxitos que el Madrid había empezado a construir era bastante larga y aún faltaban peldaños por recorrer. Un año después, se hizo efectivo el fichaje de Kopa y el equipo blanco conquistaría por segunda ocasión consecutiva la Copa de Campeones de Europa, esta vez venciendo a la Fiorentina.
Subiremos juntos un escalón más para hablar de la tercera orejona conquistada de manera consecutiva. Un equipo maduro en experiencia, con bases bien fundamentadas, y un fútbol establecido, confirmaba que no existía equipo alguno que pudiera frenar a una por de más agresiva escuadra blanca. Fue así como el Madrid venció en la final al Milan con un marcador de 3-2.
Para la edición de 1958 el Madrid contaba con un aparato ofensivo bañado en pólvora, la cual, necesitaba de una diminuta chispa para poder explotar. Pero a esta esplendida, temida, y espectacular delantera, se le podría encender más y Santiago Bernabéu, presidente del club blanco en aquel entonces, sabía a quién llamar. El fichaje del húngaro Ferenc Puskás, aquel que precisamente en esta semana el portugués Cristiano Ronaldo igualó como el cuarto máximo goleador en la historia del Madrid con 242 tantos, causó controversia por el sobrepeso del jugador y su “aumentada” edad (31 años).
El apodado Cañoncito pum pum, por su letal disparo de zurda, no tardó en aclarar dudas en cuanto a su rendimiento y en cundir a la afición madrileña de éxitos y alegrías ganando en cuatro ocasiones el Pichichi , trofeo que galardona al máximo goleador de la Liga Española.
Para la cuarta edición el Real Madrid se encontró en semifinales con su rival de región, el Atlético de Madrid, los colchoneros se aferraron al pase que llevaba a la final y forzaron un partido de desempate, el cual, ganó el equipo merengue. En la final se encontró a un viejo conocido que no puso la suficiente resistencia, el equipo francés Stade de Reims. Así el Madrid confirmaba su supremacía en el fútbol mundial y alzaba por cuarta ocasión el trofeo del torneo de clubes más importante a nivel mundial.
Y como no existe quinto malo, repasaremos lo sucedido en 1960, el equipo español se enfrentaba en la final al Eintracht de Frankfurt, alemán. Una real cátedra de fútbol ofensivo propinada por el Real Madrid, con cuatro goles de Puskas y tres de Di Stefano, fueron más que suficiente para levantar el quinto título en la quinta edición de la Copa de Campeones.
Así es, cinco de cinco, el Madrid mostró un ejemplo claro de lo que es la superioridad durante muchos años. Sin duda es una etapa que merece ser homenajeada hasta los últimos días y recordada como uno de los planteles más espectaculares que han existido en la historia de este tan glorificado deporte.
Son ya 12 años de sequía para el Madrid, doce años en los que el hueco de la décima, ubicado en la espectacular vitrina del palmarés ganador del madridismo, sigue sin ocuparse. Doce años desde aquella victoria en Escocia en contra del Bayern Leverkusen, 12 años de aquel encuentro en el que el francés, Zinedine Zidane, escribió en uno de tantos capítulos que ha escrito con ese escalofriante disparo de volea.
El día de hoy parece que Ancelotti ha dirigido a buen puerto al Madrid actual, un equipo que gusta y se ha afianzado, por hoy al menos, con el liderato de la Liga. Además, debemos recordar que como consecuencia de la evolución ocurrida en este deporte a lo largo de tantos años, la conquista de cualquier competición se ha dificultado en demasía. Sin embargo, estimado lector, por el momento tengo mis dudas ¿Será que el Madrid necesita el liderazgo de Di Stefano, el disparo poderoso de Puskas o la rapidez sorprendente de Gento?
La realidad es que no sé quién necesita más la presencia de estos jugadores de fantasía, si el Madrid para realizar la tan anhelada décima conquista, o las generaciones que no tuvimos el placer de verlos jugar en el terreno de juego. Sea cual sea la respuesta nos queda claro que esta época relatada debe ser recordada, conocida y venerada por cualquier aficionado al deporte de la pasión, el futbol.