Viernes, marzo 29, 2024

El magnicidio como legítima defensa

El carpintero suabo Georg Elser comprendió que Hitler llevaba a Alemania a otra guerra. Para impedir esa masacre, que provocó casi 50 millones de muertos, Elser intentó matar a Hitler en 1939. Estuvo a punto y lo hizo él solo.

Georg Elser era un alemán normal. Cantaba en el coro de su pueblo, tocaba con soltura la cítara y gustaba de dar largos paseos por el campo. No era un santo, ni un tipo que destacara en actividades distintas de la juerga en las tabernas. No había cursado estudios superiores, ni había leído a Kant, aunque si sabía, sin mucho detalle, quiénes eran Beethoven y Goethe. Se ganaba la vida con lo que salía y había salido de Alemania para intentar comer todos los días. Se dedicó a los relojes. En Constanza (Suiza) hacía cajas de madera para guardarlos, pero, como era un tipo observador, se fijó en cómo se armaban los ingenios.

Elser parecía un alemán típico, de esos que pensaban que Hitler era un campeón de la paz, un gran patriota y el autor de un milagro económico sin precedentes. Georg no sabía de macroeconomía, él manejaba la madera, las manos y, de cuando en cuando, las notas musicales. La propaganda del Reich le explicaba que ahora vivía mejor, pero él no acababa de darse cuenta: seguía cobrando una mierda y encima no podía cambiarse de pueblo para conseguir un salario mejor. Por si fuera poco, un juez le había obligado a pasar una pensión a su antigua novia, Matilde, para el mantenimiento de su hijo. Georg le había hecho un bombo y se había lavado las manos. Siempre que pudo se estaqueó de pagarla.

Nada en la existencia de Georg Elser permitía encontrar rastros de una vida de héroe, pero un buen día, tras mucho pensar, decidió dedicar buena parte de su tiempo a matar a Adolf Hitler. ¿Qué pudo llevar a un tipo normal a intentar limpiarle el forro al gran líder en el que sus compatriotas confiaban ciegamente? No fue la política. Es cierto que en las elecciones de 1933, esas que no ganó Hitler aunque dieran con él en el gobierno, Elser había votado a los comunistas, pero la política era algo demasiado aburrido para alguien que cantaba en coros, tocaba la cítara, bebía cerveza y se acostaba con mujeres. Es cierto, que nuestro carpintero juerguista no se sentía más a gusto, como les pasaba a muchos de sus compatriotas, desde que Hitler mandaba con mano firme su imperio que duraría mil años, pero no fue eso lo que le llevó a intentar matar al führer, al líder, al dirigente.

Georg Elser trabajaba en una fábrica de tuberías en Königsbronn. Una más de las que trabajaban en el programa secreto de rearme de Alemania. Aunque Hitler se vendía como apóstol del pacifismo, trabajaba sin descanso para el equipo contrario. Ni siquiera se preocupó en decir aquello de si vis pacem, parabellum. Los nazis preparaban una guerra y, en ella, a parte de unos cuantos millones de personas más, el propio Georg Elser tenía muchas probabilidades de morir. Asesinar a Hitler y a su camarilla podría parar esa guerra que se venía encima y que las mentes más preclaras no fueron capaces de ver sin mirar hacia otro lado. Asesinar a Hitler, a Himler y a Göering pararía la guerra y, con ella, la muerte de Elser y de otros millones de personas. Así, mediante el uso de un razonable silogismo, el carpintero suabo, podía asesinar a Hitler, a Himler y a Göering, en legítima defensa. Así que, en solitario y cargado de legitimidad y autonomía moral, decidió defenderse volando, llena de nazis, la cervecería Bürgerbräukellerde Munich el 8 de noviembre de 1939. Allí, cada año, la plana mayor del partido nazi rememoraba su fallido golpe de estado de 1923, el putsch de Munich.

El 8 de noviembre de 1939, Elser consiguió que explotara una bomba en la cervecería Bürgerbräukeller de Munich. Había trabajado durante un año en los preparativos. Él solo, sin ayuda, sin cómplices. Es posible que si hubiera pedido ayuda a alguno de sus compatriotas, le hubiera delatado. El índice de popularidad de Hitler le convertía en ejemplo y guía de liderazgo ejemplar.

Justo lo que Elser pretendía evitar, la guerra, marcó el fracaso de la operación. El 1 de septiembre, quizás escuchando a wagner, Hitler invadió Polonia. Desde entonces, la guerra ocupaba buena parte de su agenda. Se especuló con que ni siquiera participara en la celebración del putsch de Munich en la cervecería Bürgerbräukeller. Al final si fue, pero, en vez de las dos horas habituales, su dircurso apenas sobrepasó la media hora. Cuando estalló la bomba que Elser escondió en el interior de la columna del escenario, Hitler ya no estaba encima, estaba en el tren de vuelta a Berlín. Ocho nazis murieron y más de sesenta resultaron heridos, pero el río de sangre no sirvió para parar la guerra.

Cuando empezaron a detener a los sospechosos, Georg Elser se entregó. No estaba dispuesto a que nadie pagara por lo que sólo él había hecho. El carpintero se convirtió en un prisionero especial. Los nazis pretendían juzgarle al término de la carnicería. Como el final no fue el que ellos querían, el 9 de abril fue asesinado en el campo de concentración de Dachau. Hitler murió 21 días después.

Escucha la historia completa en el podcast del Gabinete de curiosidades del Doctor Plusvalías.

Temas

Más noticias

Ignacio Mier gasta 5.2 mdp en 27 días de campaña; su rival priista menos de 500 mil pesos

En la pugna por el Senado de la República el candidato de la coalición Sigamos Haciendo Historia (Morena-PT-PVEM), Ignacio Mier Velazco, ha gastado 5.2...

En Zautla comunidades afinan propuestas para Plan de Ordenamiento Territorial

El pasado viernes 22 de marzo, en el marco del Día Mundial del Agua, las comunidades del  municipio de Zautla en la Sierra norte...

Relacionadas

La última enfermedad de Orff

Una de las obras corales más ejecutadas en la historia de la música, tal vez sea Carmina Burana, que es una cantata escénica compuesta...

Hay 45 denuncias contra Armenta y 33 contra Chedraui, informa la oposición

La alianza de los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PRD) y Pacto Social de Integración (PSI), informó ayer...

Así de fácil es morirte

El sábado antepasado tuvo una reunión con sus amigos de toda la vida en su casa; sus padres y hermanos habían salido de compras...

Últimas