El agua potable y limpia representa una cuestión de primera
importancia, porque es indispensable para la vida humana
y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos.
Papa Francisco, Laudato Si, 2015
El agua, patrimonio de la biosfera y derecho humano, no es mercancía. El agua como bien común, es una afirmación fundamental y necesaria. En México, tenemos leyes deficientes que posibilitan la privatización del agua. Tenemos también muchas personas y comunidades víctimas de la pobreza hídrica y las cruentas repercusiones que tiene están en la vida y la muerte de la población. Más allá de la escasez del líquido vital, el actual acceso y manejo del agua son inequitativas. Se enmarcan en violencia y despojo, el camino que privatiza el agua, establece las condiciones para que el recurso hídrico sea mayormente destinado al extractivismo minero y agrícola e industria, limitando el acceso al agua como derecho humano.
En este contexto, es importante destacar el trabajo que las mujeres indígenas y campesinas realizan en los procesos de conservación y cuidado del agua y la tierra. Las mujeres y las niñas pasan muchas horas del día acarreando agua, tanto para las actividades domésticas, como las productivas, realizan la captación pluvial, etcétera. Trabajo que además de pesado, se realiza en condiciones marginales y no remuneradas. Los avatares que enfrentan mujeres y niñas relacionadas con las actividades domésticas como cultivadoras, productoras de alimentos y recolectoras de agua y leña, les implica pesadas jornadas de trabajo y las priva de destinar ese tiempo a la educación u otras actividades que permitirían modificar sus condiciones actuales de pobreza.
A las mujeres se les ha considerado responsables del cuidado del agua y se les atribuyen numerosas responsabilidades relacionadas con ésta, pero han quedado marginadas de los procesos de gestión del recurso vital, confiriendo los derechos y poderes sobre el agua principalmente a los hombres. La posibilidad de garantizar agua potable y segura para todas las personas, resulta un elemento fundamental para la equidad, la erradicación de la pobreza y el cuidado de la vida humana y la naturaleza. Sin embargo, en un contexto paradójico en México, lejos de favorecer el acceso al agua por parte de la población, decide generar las condiciones para privatizarla.
Pese a la existencia de tratados internacionales que refieren el acceso al recurso hídrico como un derecho humano central, como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, que hace hincapié en el derecho de las mujeres a disfrutar de condiciones de vida adecuadas, especialmente en relación con el abastecimiento de agua, la vivienda y el saneamiento. Es fundamental que las mujeres podamos a acceder a espacios de toma de decisiones relacionados con el agua. Somos menos propensas a mercar con la vida.
Urge no pensar en el futuro que queremos, sino reconocer el presente que no queremos y fortalecer los procesos colectivos y comunitarios que proponen una convivencia armónica con la naturaleza y el cuidado de los bienes comunes.