Este 1 de mayo hubo tres movilizaciones muy importantes a propósito de la conmemoración del Día del Trabajo. Aunque fueron marchas por separado, independientes entre sí, a todas las unieron al menos tres orientaciones básicas: que las organizaciones de obreros siguen vigentes, que a pesar de la ausencia de una central que las aglutine o un movimiento de gran envergadura al que estén sumadas, persisten en la lucha por sus derechos y que hay un repudio absoluto a las políticas del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.
Como ha venido ocurriendo en otros años a lo largo de este sexenio, la conmemoración de los trabajadores sirve también como un momento propicio para que los manifestantes expresen claramente su malestar con situaciones que aquejan a la entidad y al país y con el comportamiento indolente y corrupto de muchas autoridades.
En el caso poblano, es gratificante que mientras hay voces que pregonan gustosas la extinción del sindicalismo, cada vez más trabajadores y organizaciones sociales se suman a las movilizaciones de esta fecha.
Los aludidos en las protestas, los repudiados en las consignas, los cuestionados por su ausencia en la defensa de los derechos de la clase obrera, deben poner suma atención en lo que está sucediendo, pues no se trata solo de reclamos pasajeros y aislados, como quisieran suponer, sino de la emergencia de una inconformidad que va articulando su fortaleza en las coincidencias, para luchar contra quienes mantienen la opresión y el abuso.