Miércoles, abril 24, 2024

Documentos antiguos de catequización de Puebla, en internet

Destacamos

Un total de nueve documentos antiguos de los siglos XVI al XIX publicados en las ciudades de Puebla y México, tanto en la imprenta antigua del Portal de las Flores como en la Casa de Pedro Ocharte, entre otras, referentes a catecismos, confesionarios, doctrinas y manuales, fueron puestos a la disposición de los usuarios de internet interesados en este tipo de acervos que pueden ser la clave de diversos análisis.

Como parte de las Ediciones Sup-Infor, fueron incluidos estos documentos antiguos que contaron con el trabajo paleográfico de la historiadora Isis Zempoalteca Chávez, quien desde Puebla introduce al lector –especialista o no– al conocimiento lingüístico de las lenguas amerindias, particularmente de los vestigios impresos de la lengua nahua.

Ello porque en este sitio electrónico se publican textos y/o fuentes en náhuatl, otomí, mixteco, maya, entre otras, bajo forma de paleografías y de traducciones. También, ven la luz estudios y diccionarios, así como programas específicos para investigaciones lingüísticas sobre los textos en lenguas indígenas y programas para la creación o utilización de diccionarios pictográficos, o diccionarios de elementos constitutivos de glifos y personajes.

Documentos antiguos como herramientas

En este caso, se trata de una serie de documentos antiguos que fueron herramientas del proceso de catequización que se vivió en el llamado “nuevo mundo” durante los siglos posteriores a la Conquista, pero que de igual forma fue un proceso vivido en España y en el resto de Europa antes del descubrimiento del nuevo continente.

Los documentos antiguos contenidos son: “Catecismo romano traducido en castellano y mexicano”, año de 1723 por el padre fray Manuel Pérez, editado por Francisco Rivera de Calderón; “Compendio del Confesionario en mexicano y castellano para que los que ignoren el primero puedan a lo menos en los casos de necesidad administrar a los indígenas el Sacramento de la Penitencia”, año de 1840, autor anónimo en la ciudad de Puebla imprenta antigua del Portal de las Flores; y “Clara y sucinta exposición de pequeño catecismo”, año de 1819 por autor anónimo, en la ciudad de Puebla impreso en la Oficina del Oratorio de San Felipe Neri.

Otros son: “Doctrina cristiana breve y compendiosa por vía de diálogo entre un maestro y un discípulo, saca en lengua castellana y mexicana”, año de 1565 por fray Domingo de la Anunciación, en México, impresa en Casa de Pedro de Ocharte, y “Catecismo en lengua mexicana y española, breve y muy compendioso, para saber la doctrina cristiana y enseñarla”, del año de 1577 por fray Juan de la Anunciación, impreso en la ciudad de México por Antonio Ricardo.

A éstos se añaden: “Doctrina cristiana muy cumplida, donde se contiene la exposición de todo lo necesario para doctrina a los indios, y administradles los Santos Sacramentos”, año de 1575 por fray Juan de la Anunciación, editado en la ciudad de México por Pedro Balli; y “Confesionario en lengua mexicana y castellana (1599) y Advertencias para los confesores de los naturales (1560)”, compuesta por fray Juan Baptista, editados en el convento de Santiago Tlatelolco, ciudad de México.

También se incluye: “Manual mexicano de la administración de los santos sacramentos, conforme al Manual Toledano”, del año de 1634 por Francisco de Lorra Baquio, editado en México por la imprenta de Diego Gutiérrez; y “Catecismo de la Doctrina Cristiana que se enseña a los indios de esta Nueva España, y el orden que los religiosos de esta provincia tienen en los enseñar”, año de 1546, por fray Alonso de Molina (1514?-1585).

En el caso de los catecismos o doctrinas, como explica Isis Zempoalteca en los textos introductorios, “fueron textos dirigidos principalmente para la conversión de los indígenas, o bien para el uso y enseñanza de los propios misioneros”.

La historiadora formada en la Universidad Autónoma de Puebla añade que se sabe que estos textos “breves o largos” se usaban en España y en los demás países europeos desde siglos atrás.

El origen de los catecismos o doctrinas cristianas es medieval, responde a planteamientos teológicos y se aplica en la pastoral popular. En el siglo XV estos instrumentos fueron modificados por las circunstancias históricas de las ideas y las políticas de la época”, menciona.

Mientras que en el caso de los pequeños catecismos son una “breve exposición del catecismo vulgar impreso en mexicano, cuyas peguntas y respuestas hacen la división y texto de este opúsculo, para que les pueda servir de libro general en las escuelas”.

Por su parte, los manuales –como es el caso del “Manual Mexicano de la administración de los Santos Sacramentos conforme al Manual Toledano”– son libros dedicados a la enseñanza de la administración de los sacramentos, traducidos a la lengua mexicana y dirigidos propiamente a los ministros de los naturales.

Autores e impresores de documentos antiguos

Destacan además los autores de estos libros, algunos de ellos que por desgracia permanecen en el anonimato. Destaca fray Manuel Pérez, mexicano de origen y clérigo religioso de la orden de San Agustín, fue maestro teólogo de la provincia del Santísimo Nombre de Jesús de la Nueva España.

También, fray Domingo de la Anunciación (1510 – 1591) originario de Córdova, España, que profesó en la ciudad de México, en 1532, estudioso de latinidad y bellas letras con el doctor Blas de Bustamante, primer profesor humanista de México, y dedicado más de 50 años a la enseñanza de los indios, gracias a su excelente dominio del idioma mexicano.

Otros más fueron los frailes Juan de la Anunciación (1514-1594) y Juan Bautista (1555-ca.1613), el primero oriundo de Granada, que en 1554 tomó el hábito religioso de la orden de San Agustín, en la que destacó por su celo en la conversión e instrucción de los indios; y el segundo natural de la Nueva España que vistió el hábito en el convento de San Francisco de México en 1571, a los 15 de edad, donde profesó para hacer estudios filosóficos y teológicos, estudiar la lengua mexicana y gramática.

Aparece también el ya citado fray Alonso de Molina, un franciscano que nació en España y llegó a la Nueva España, que aprendió náhuatl siendo de gran ayuda para los misioneros, por su habilidad e inteligencia en el aprendizaje y comunicación; y que para 1559 en Huejotzingo, fue nombrado guardián de Tecamachalco; y Francisco Lorra Baquio (?-1669), natural de la ciudad de México, cura párroco de Tampamolón, de la Huasteca y de Atlacomulco, en el estado de México.

Cabe destacar a los impresores e imprentas que hicieron posible estos documentos: Francisco Rivera de Calderón, la imprenta antigua del Portal de las Flores (Puebla), Oficina del Oratorio de San Felipe Neri (Puebla), Casa de Pedro de Ocharte (Ciudad de México), Pedro Balli (Ciudad de México), convento de Santiago Tlatelolco (Ciudad de México), Antonio Ricardo y Diego Gutiérrez (ambos de la Ciudad de México)

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