El papel que ha jugado el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo Anaya Cortés, denunciando a diestra y siniestra, pero no sin razón a los gobernadores emanados del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que pretenden extender su impunidad más allá de su sexenio muestra al mismo tiempo la doble moral que ha caracterizado en las últimas décadas al instituto político derechista.
Así es: mientras el líder albiazul levanta el índice para acusar a mandatarios como Javier Duarte en Veracruz y Roberto Borge en Quintana Roo, se hace de la vista gorda con lo que en Puebla ya ha consumado uno de los más destacados militantes de su organización y quien, por cierto, le disputa la candidatura a la presidencia de la República.
En efecto, no debe ser desconocido para Anaya que Rafael Moreno Valle ha transgredido el decoro político al modificar las leyes y normativas necesarias para hacer trascender su mandato más allá del periodo sexenal para el que fue electo.
Ahí están como ejemplos las imposiciones del Fiscal General del Estado, el titular de la Auditoría Superior del Congreso local, los integrantes de la Comisión para el Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales y la Comisión de Derechos Humanos del estado de Puebla, por citar algunos.
Queda así demostrado una vez más que en materia de ética y otras similares, Acción Nacional es casi insuperable en observar la paja en el ojo ajeno y obviar la viga en el propio.