A la banda pop francesa Dionysos le correspondió dar inicio a las actividades artísticas del 45 Festival Internacional Cervantino (FIC) con un concierto masivo en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas la noche del miércoles.
Fue la primera vez que la agrupación gala formada en 1993 en Valance, capital del departamento sureste de Drome, se presentó en México. Claro, después de un minuto de silencio en memoria de las víctimas del sismo del pasado 19 de septiembre.
Dionysos es conocido por sus excentricidades y surrealismo –se dice que tiene influencias de Tim Burton–, cosa que quedó de manifiesto al principio del concierto, cuando el cantante Mathias Malzieu arribó al escenario de por entre el mar de espectadores blandeando un altavoz con lucecitas rojas y cargado, como si nadara, en el último tramo del recorrido. La única mujer en el grupo, Élisabeth Maistre, se viste como un personaje de cuento de hadas.
En un mercado dominado por el rock estadunidense y británico, el grupo de cinco en el escenario se desvivió por animar al paciente y generoso público guanajuatense; sin embargo, el idioma sí resultó un obstáculo, aunque en cierto momento Malzieu les puso a canturrear en francés. El cantante confesó que lo único que sabía decir en español era “a mí me gusta el bocadillo de jamón sin queso”.
Más adelante, de plano pidió que le auxiliara su traductora, quien dijo que el sueño del vocalista era hacer un solo de heavy metal en México y ser aplaudido como en un final de la copa del mundo.
La banda no era desconocida para todos. Un grupo de jóvenes les pidió que interpretaran números de su álbum Mécanique du coeur. La preparación musical de los elementos fue más que evidente al interpretar un sinnúmero de instrumentos como theremín, ukelele y banjo, aparte de guitarra, batería y bajo. También hacen uso de los vocales.
En fin, Dionysos abrió horizontes y trajo un aire fresco al panorama del rock en México.
Información de La Jornada