Por enésima vez se ha propagado la versión de que Jorge Estefan Chidiac y Rocío García Olmedo dejarán la dirigencia estatal del PRI. Se dice, que el próximo lunes se podría dar el cambio y que en su lugar llegarían Javier Casique Zárate e Isabel Merlo Talavera, en los cargos de presidente y secretaria general del Comité Directivo del tricolor, respectivamente.
Sin duda que esa posibilidad ha brotado por la actual crisis en que se encuentra el PRI poblano, que enfrenta una masiva deserción de líderes regionales, de militantes y simpatizantes. Para muestra de ello, este día el alcalde de Huejotzingo, Carlos Morales, junto con un nutrido grupo de líderes regionales se pasarán al bando contrario: a la coalición Por Puebla al Frente.
Esa condición ha llevado a que el candidato a la gubernatura, Enrique Doger Gurrero, se encuentre sumido en el tercer lugar de la contienda por Casa Puebla, sin fuerza suficiente –por ahora– para poder remontar a sus rivales, ya que el tricolor carece de cohesión, de credibilidad como organización política opositora al morenovallismo y enfrenta los peores niveles de rechazo del electorado.
Todo eso es consecuencia de que Jorge Estefan Chidiac ha sido un presidente del PRI ausente, que nunca impulsó un proyecto de reposicionamiento del partido y siempre ha estado bajo la sospecha de que pactó con el morenovallismo, para tener al tricolor en el marasmo.
Y Rocío García Olmedo en su papel de secretaría general en lugar de garantizar la unidad interna del PRI, se ha confrontado con los delegados del partido, con líderes regionales y con varios miembros del Comité Directivo Estatal.
Lo mejor que le podría ocurrir a Doger, es que resulte ser cierto el relevo de Jorge Estefan Chidiac y Rocío García Olmedo.
Si no se dan esos cambios, desde ahora se podrá exclamar la frase: “pobre Enrique Doger”, ya que con las actuales condiciones del PRI será una misión imposible el regresar al tricolor a la verdadera competencia electoral por la titularidad del Poder Ejecutivo.
De ser verdadera la versión de que Javier Casique llegaría a la presidencia del PRI, se podría dar una verdadera reestructuración emergente del partido y sobre todo, de la campaña de Enrique Doger, que hasta ahora se encuentra extraviada, sin personalidad y con un pobre impacto en el electorado.
Casique es un personaje con fama de ser poco tolerante, de no ser muy eficiente como operador electoral y su carrera política siempre se ha reducido a estar bajo la sombra de Enrique Doger, con quien ha protagonizado una accidentada relación, ya han sido constantes del pleitos entre ambos, así como las reconciliaciones.
Sin embargo, Casique tiene la ventaja es que goza de toda la confianza de Enrique Doger y no emprendería ninguna negociación con el morenovallismo, u otras fuerzas políticas, si no contara con el aval de su jefe político.
Casique podría incorporar de lleno a todo el equipo de Doger en la conducción del PRI, algo que no ha ocurrido y ha dificultado que la estructura del partido sea organizada de acuerdo al proyecto político–electoral del candidato a la gubernatura.
Los cambios en el PRI se tendrían que haber dado a la par de que se nombró –por parte de la dirección nacional– al candidato a la gubernatura. La ausencia de la renovación de los mandos del tricolor ha provocado que el trabajo electoral del tricolor no sea vistoso.
En diciembre pasado, Enrique Doger se reunió con grupo de columnistas y ahí advirtió que si el partido no elegía un buen aspirante y articulaba una verdadera campaña contra el morenovallismo, las consecuencias eran muy visibles: la mayoría de los votantes del PRI se acabarán pasando de lado de Andrés Manuel López Obrador y Luis Miguel Barbosa Huerta, los candidatos de Morena a la presidencia y la gubernatura del estado, respectivamente.
Retomando las palabras de Doger, se puede decir que desde diciembre a la fecha sólo se avanzó la mitad del modelo que planteó el ex alcalde de la capital.
Hay un buen aspirante a la gubernatura en la figura de Enrique Doger. El mejor que podía haber.
Pero lo que no hay, es un PRI que esté a la altura de las circunstancias de la contienda electoral.
Y ya le queda muy poco tiempo a Doger para componer la difícil situación que enfrenta. Si el lunes no hay cambios en el PRI, le va a pasar lo mismo que a José Antonio Meade Kuribreña, ya nadie le cree que pueda ganar sin el uso de un fraude electoral.