Todavía no concluye el caso Aristegui- al parecer va para largo-, cuando a este gobierno se le abren cuatro nuevos frentes.
El primero es el número reciente de Hola en el cual 21 páginas se le dedican a la señora Angélica Rivera mostrando sus muy costosos vestidos y dando a entender que ella está para lucir mientras la crisis económica invade México con recortes presupuestales, menos inversión para salud, aumento de precios al por mayor y la posibilidad de que el petróleo sea una mercancía de bajo costo durante largo tiempo (Luis Videgaray, dixit).
El segundo, más explosivo, es una rebelión en el Valle de San Quintín, Baja California, donde se movilizaron cientos de trabajadores agrícolas, quienes exigen mejores condiciones sociales y que el pago no se les escamotee a través de medidas diversas. En esta rebelión participaron campesinos que viven en Oaxaca, Guerrero y Chiapas, fundamentalmente, y que emigran para cosechar fresa, uva y tomate, entre otros productos, los cuales generalmente se exportan a los Estados Unidos. Hasta el momento hay 236 detenidos y se movilizó al ejército y a la Policía Federal.
El tercero, es la noticia que Gabino Fraga, quien participó en la campaña de Enrique Peña Nieto como coordinador, y el cual está ligado a las tarjetas Monex- y cuyo hermano Emilio era dueño de la empresa Efra-, acusado en España por lavado de dinero. Lógicamente Gabino niega todo.
Si a ello le agregamos que The Wall Street Journal afirma que la casa que adquirió Luis Videgaray no fue una transacción comercial sino más bien algo amistoso entre constructores y el secretario de Hacienda, la olla de las inconformidades hierve más.
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