Cuando niña lo más que aprendió fue a ser sincera. La enseñaron con amor y convicción que ese era el mayor valor de una persona, y con esa fuerza y certeza sus verdades salían bien airosas de su bronco pecho. Así vivió su infancia: gritando a bocajarro lo que sentía y pensaba. Hubo voces que le aconsejaban que fuera más “diplomática”, cosa que nunca entendió: “¡Las cosas son o no son!”, respondía.
Pero se dio cuenta que no era común su proceder. Veía que sus hermanas y amigas fingían a conveniencia. Una de ellas le dijo que era tonta porque no sacaba provecho de las situaciones. Entonces le preguntó a su padre si lo importante era ser sincera o ser lista, a lo que el padre reafirmó que el valor de una persona está en ser de una sola pieza.
El tiempo pasó y cuando se presentaba la ocasión de sacar ventaja al simular lo que no sentía o pensaba, no podía, y empezó a dudar que esa fuera una habilidad que le estaba negada siendo una habilidad necesaria.
–¿Qué se necesita para ser falsa? –le preguntó, angustiada, a su mejor amiga.
–Cambiar de acuerdo a las circunstancias.
–Yo bien pendeja no saco provecho. ¡Tengo que aprender a ser falsa!
–¿Para qué? –la cuestionó.
–Para tener lo que quiero de una manera más fácil.
–A ver si entiendo bien: ¿quieres cambiar tu autenticidad por sacar provecho?
–Sí, quiero aprender a usar la falsedad cuando me convenga.
–¿Y tú crees que es fácil ciclar de la verdad a la falsedad, según te convenga? ¡Estás loca! Te voy a decir lo que creo: en esta vida sólo hay de dos sopas: o vives una vida auténtica, o vives una vida falsa, ¿Qué quieres?
–¿Se pueden las dos a conveniencia?
–Ya te dije que no, que no puedes tener las dos cosas.
–Siento que pierdo mucho cuando soy sincera. Pierdo lo que puedo ganar con falsedad.
–Hay ideas que tienen fecha de caducidad y hay que revisarlas porque lo que antes te funcionaba llega un momento que ya no. Pero son ideas, no formas de ser. Hay algo en cada quien que nos hace ser quien somos y tú has tenido suerte, eso no quiere decir que no puedas transformarte, pero eso es distinto a ser falsa. Si envidias a personas que con dobleces, falsedades, hipocresías o juegos sucios tienen logros, inténtalo y verás. Hay un costo muy alto, no te lo recomiendo. Esas personas tienen “triunfos insípidos” que se repiten una y otra y otra vez. La falsedad no tiene llenadera, no caduca ni tiene fondo. Pruébalo y verás.