En un mundo que se presenta con desafíos abominables, que parecen insalvables, la periodista Carmen Aristegui alentó a miles de jóvenes que abarrotaron el auditorio del Complejo Cultural Universitario (CCU) a no ser indiferentes ante la calamidad y el dolor de los demás, a luchar por la construcción de una nación cada vez mejor.
“En medio del desastre nacional, en un país brutalmente contrastante, México nos da para la celebración y hacernos cargo de la gran cantidad de desafíos, donde lo único que no podemos permitirnos es la indiferencia”, aseveró y esos miles le aplaudieron, en el acto que dio por iniciados los festejos por el XXV aniversario de La Jornada de Oriente, con el apoyo de la Facultad de Comunicación y del CCU.
No es exagerado decir que la informadora fue recibida en ese, el recinto de mayor aforo de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), como una verdadera estrella por los estudiantes de la máxima casa de estudios y de otras instituciones, pues fue un público primordialmente de muchachos el que acudió, boleto en mano o sin él, a ocupar más de 3 mil lugares para escucharla.
En efecto: quien no hubiera sabido que en ese sitio se iba a dictar una conferencia titulada “Periodismo en el México Actual”, fácil habría podido suponer que las enormes filas que jóvenes –y un grupo mucho menor de adultos– formaron desde tres horas antes de la presentación, eran motivadas por el concierto de algún afamado grupo de rock o alguna cosa parecida.
Pero el poder de convocatoria de Aristegui es arrollador y palpable fuera de las redes sociales, donde tiene mas de 3 millones 122 mil amigos en facebook y 2 millones 26 mil en twitter. La categoría de la segunda mujer más poderosa de México que le otorgó este año Forbes, quedó clara el viernes al mediodía en Puebla para propios y extraños.
Desde que apareció en el escenario, flanqueda por el director de esta casa editorial, Aurelio Fernández Fuentes; el titular de la Facultad de Comunicación de la UAP, Israel León O’Farrill, y el secretario general de la universidad, René Valdiviezo Sandoval, los muchachos le prodigaron vítores, aplausos y hasta silbidos de aprobación.
León y Valdiviezo hicieron la presentación de rigor, destacando las aportaciones de Aristegui y de La Jornada de Oriente a la formación de una opinión pública enterada, crítica y exigente.
Fernández Fuentes leyó un discurso que abordó la realidad mundial y nacional, dominada por las injusticias de un capitalismo que solo distingue entre poderosos y débiles para su explotación. Luego se explayó en el autoritarismo de Rafael Moreno Valle y la persecución que desde el principio de su sexenio ha desplegado contra opositores y periodistas en Puebla. En el caso particular de La Jornada de Oriente, resaltó el director de este rotativo, el mandatario ha hablado literalmente de la “eliminación”.
Sobra decir que cada vez que Fernández Fuentes hacía una crítica o ironía sobre el gobierno federal del priista Enrique Peña Nieto o la administración local del panista, Rafael Moreno Valle Rosas, los chavos aplaudían, vitoreaban o silbaban en muestra de apoyo.
Resaltó también el valor y la defensa de la autonomía universitaria que hizo el rector, Alfonso Esparza Ortiz, al apoyar la realización de la conferencia a pesar de las presiones que recibió desde el gobierno del estado.
Contra la indiferencia
Al tomar la palabra, Aristegui refrendó las palabras de Aurelio Fernández Fuentes y celebró el esfuerzo periodístico de un medio que intenta contar lo que sucede a su audiencia, a pesar de un ambiente de represión y persecución en el que el gobierno del estado busca su exterminio.
Dijo que la sociedad poblana debe valorar ese esfuerzo informativo de La Jornada de Oriente, y también reconoció que la UAP defienda su autonomía y aliente la discusión plural de todos los temas pertinentes para la sociedad.
En su intervención, ironizando un poco con el título de la conferencia, sugerido por Aurelio Fernández, Carmen Aristegui dijo que servía “para hablar al mismo tiempo de todo”, e indicó que “el ejercicio del periodismo está llamado a ser un elemento fundamental para el cambio que el país requiere”.
Indicó que actualmente hay una polarización en el país que hace prácticamente imposibles los equilibrios informativos, sobre todo porque se asume una posición maniquea entre dos bandos que se confrontaron de manera abierta en la discusión sobre las reformas estructurales que propuso Enrique Peña Nieto y que aprobaron en el Congreso los representantes populares del llamado Pacto por México.
“Parece que el actual debate es entre los vendedores de la patria y los salvadores de la nación y no cabe ningún punto intermedio o gradual”, ironizó.
Advirtió que en este lapso se propusieron, debatieron y aprobaron 11 grandes reformas que cruzaron por un proceso legislativo en el que quedaron al margen los ciudadanos, porque las decisiones se tomaron de manera cupular y hasta los diputados y senadores tuvieron que someterse a las órdenes de las dirigencias de sus partidos, la presidencia de la República y los poderes fácticos.
Hizo especial énfasis en la violencia y los 38 mil muertos por el combate al crimen organizado o la disputa existente entre las bandas del narcotráfico. Advirtió que ello los mexicanos nos hemos vuelto simples observadores de la numeralia, renunciando a nuestra capacidad de asombro e incluso a la indignación.
Indicó que una situación parecida acontece con el escalofriante número de personas reportadas como desaparecidas: “Cada uno de estos muertos y desaparecidos debería tener abierta una investigación ministerial, debería ser motivo de preocupación y no dejar de importarnos con el pretexto de que se trata necesariamente de personas inmiscuidas en temas de delincuencia o narcotráfico”, apuntó.
El papel del periodismo
Aristegui también señaló los contrastes del discurso oficial que se plantea desde la administración de Peña Nieto, hablando de un país que va para adelante y cuya mentalidad está cambiando positivamente.
Consideró paradójico que la propaganda presidencial se enfoque a promover el proyecto del nuevo aeropuerto internacional, cuando no se resuelven los problemas más graves de la nación como la pobreza, la injusticia, la corrupción y las víctimas del crimen organizado.
Algunas de las preguntas se centraron en cuestionar la independencia que Aristegui puede tener para criticar o informar sobre temas escabrosos de figuras públicas como el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, debido a la relación que tiene con los dueños de MVS –la empresa para la que ella conduce el noticiario radiofónico de emisión matutina–, respondió que en ningún momento ha tenido censura en esa compañía, porque su relación profesional la norma un código de ética en cual ella y su equipo se comprometen a ejecutar un periodismo riguroso, mientras los empresarios anteponen el interés público sobre su legítimo interés comercial.
Y a pesar del crítico panorama descrito por la periodista, dio ánimos a los presentes: “este país nos da para la celebración y para hacernos cargo de la gran cantidad de desafíos que la realidad actual nos depara: hay que defendernos como ciudadanos. No hay que perder la parte luminosa, hay que divertirnos, hacer mil cosas para mejorar esto que está sucediendo”.