Para: Atzin, Tupak y Jerónimo.
El filósofo italiano Antonio Gramsci, en una de sus cartas a Julia, su compañera y madre de su hijo, le dice que más allá del amor individualista, su relación es una combinación de quehaceres, en tanto amor y camaradería, debido al compromiso de ambos con sus proyectos por la justicia social.
Iniciamos el año y las pasadas celebraciones decembrinas cargadas del espíritu consumista se justifican en nombre del amor. Sin embargo, la palabra corre el riesgo de quedar vacía de significado, cuando se considera desde el individualismo, desde el consumismo, y desde la voraz lógica de la acumulación de capital, que cosifica al amor mismo.
La responsabilidad política y social, la necesidad del cuidado de la vida, la solidaridad con la otredad se desdibuja en los marcos del capitalismo que toma ventaja de los sentimentalismos de la época para vender todo tipo de mercancías, incluso “amor y paz”.
El amor reclama, pues no es suficiente si este no está acompañado del hacer comunidad, lo común, la común–unión con aquellas personas que encarnan el rostro de la opresión, de la subordinación, de la explotación, el dolor y la violencia. El amor y camaradería, una colaboración de quehaceres como señala Gramsci, se convierte en necesario y urgente. Trasciende a la persona misma, en tanto que se compromete con la justicia social con las y los demás. El consumo, que siempre será necesario, puede tomar un rostro más justo y solidario, las relaciones sociales pueden y deben transformarse hacia relaciones de mayor equidad y dignidad.
El descontento en el marco del gasolinazo, de la violencia, de la miseria y la impunidad, se desborda pero está desarticulado, la acción social creativa, no destructiva, aún nos queda como un reto y una tarea pendientes. Nos hace falta buscar e integrar el amor en las luchas combativas por la emancipación.
Me permito retomar a Mario Benedetti en su poema “Te quiero”, quien dice: “Tus manos son mi caricia. Mis acordes cotidianos. Te quiero porque tus manos trabajan por la justicia… Si te quiero es porque sos, mi amor, mi cómplice y todo. Y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos”. La construcción de un mundo diferente, donde la vida no esté en riesgo, donde la dignidad de las personas no sea pisoteada, requiere de la construcción creativa, de amores y camaradas que estén dispuestas y dispuestos a ir codo a codo, siendo más que dos.
Mi brújula: el feminismo, que es osado, trasgrede la mirada totalizante que se ha impuesto como monolítica en el capitalismo heteropatriarcal, y permite pensar la imbricación de múltiples y articuladas opresiones como lo son por condición de clase, etnia, género y sexualidad, entre otras. Permite reconocer la participación diversa y ampliada de múltiples actores sociales, que ante la crisis actual, resulta necesaria para que se pueda rediseñar el terreno político desde donde construir, con el amor y la camaradería, como colaboración de quehaceres.