El 1 de julio, hace ya cinco meses, veíamos que el lapso de transición entre la elección de Andrés Manuel López Obrador y el día de su asunción a la presidencia de la República era largo (aunque después nos dimos cuenta que fue larguísimo) y en ese interregno, en efecto, sucedieron muchas cosas que presagian un camino nuevo por andar, no exento de obstáculos y problemas que siempre traen los cambios.
En estos cinco meses, la derecha, esa minoría “rapaz”, hubiera preferido que AMLO se quedara cruzado de brazos, pero no, no fue así. Como buen estratega político avanzó para satisfacer las demandas más sentidas y en cumplimiento de sus compromisos de campaña, a pesar de las embestidas mediáticas en su contra. Pero, por fin, el próximo sábado, después de un largo camino, estaremos estrenando presidente. Ahora conviene realizar un breve balance de lo ofrecido como candidato y lo hecho, hasta ahora, aún sin las riendas del poder en sus manos. Para empezar, canceló el negociazo del nuevo aeropuerto en Texcoco, promesa de campaña y sentida demanda de muchos mexicanos, expresada mediante consulta a la ciudadanía. Se hizo otra consulta con 10 puntos: Tren Maya; Desarrollo del Istmo de Tehuantepec; Construcción de la Refinería en Dos Bocas, Tabasco; Reforestación de Selvas y Bosques en el sureste del país; Aumentar al Doble la Pensión para Adultos Mayores; Jóvenes Construyendo el Futuro con Becas mientras ingresan a laborar o realizar estudios superiores; Becas a todos los estudiantes de escuelas públicas de nivel medio superior; Pensión a personas con discapacidad; Atención Médica a la población sin servicios de salud y acceso a Internet en forma gratuita a nivel nacional.
También desapareció el Estado Mayor presidencial, fuerza armada muy onerosa y poco útil a las tareas militares. Cumplió en no utilizar y vender el lujosísimo, costoso e pretensioso avión presidencial, insolente expresión del culto a la personalidad; retiró las exorbitantes y ofensivas pensiones a los expresidentes, así como una montaña de canonjías, prebendas e injustificados privilegios: sirvientes, choferes, guardias, secretarios, edecanes y millonarios gastos de representación; avanzó sustantivamente en el proceso de despenalización de la producción y uso medicinal de la mariguana y se inició la venta legal de productos elaborados con la yerba. En este momento, se considera la despenalización de la producción de amapola y su producción para usos medicinales. Ofreció y cumplió con echar abajo la mal llamada reforma educativa. Con ello, el presidente electo entiende que la educación del pueblo mexicano tiene que darse con los maestros y no contra ellos. En consonancia con esta idea, ofreció su más amplio reconocimiento a la CNTE, que con su lucha tenaz fue capaz de resistir el embate neoliberal y privatizador de las tres últimas décadas y puso en práctica las consultas populares para la toma de decisiones trascendentes, en un ejercicio de democracia participativa que debemos conjugar para integrarnos a las decisiones de pueblo–gobierno.