A 17 años del desastre nosotros, como Fundación Pro– Reconstrucción de Teziutlán, tenemos como principal objetivo mantenerlo en la memoria colectiva de los teziutecos y de los habitantes de la Sierra Nororiental del estado de Puebla, ya que si olvidamos este desastre estamos condenados a repetir la tragedia, haciendo oídos sordos al “ya supérenlo” que se escucha en el ánimo de las autoridades y de los apesadumbrados ciudadanos.
La propuesta de la fundación de la señora Mercedes González Molina es construir escenarios diferentes a los desastres; cabe recordar que los desastres no son naturales y que los riesgos no son eventos si no procesos. Actualmente no podemos hablar de una cultura de la prevención de desastres, puesto que la prevención inicia con la información, y ni autoridades ni ciudadanos han estado tomando decisiones desde la plataforma de la información. “La información es esencial para que las ciudades tomen las decisiones correctas”; sin embargo, las respuestas siguen siendo reactivas y no preventivas.
Como ejemplos de lo anterior no hay el acceso libre para consultar el Atlas de Riesgo del municipio, siendo que éste es de información pública, y para muestra un botón: no hay ninguna señalización para llegar a a las oficinas de protección civil y no existe ni un solo mapa colgado en sus paredes que contenga información de la ciudad.
El mapa de peligrosidad, para recordar, aporta información para la realización: 1. El Plan de Desarrollo Regional y Municipal, 2. Reglamento de Construcción. 3. Regulación de Predios, 4. Medidas de Protección Civil, 5. Extracción racional de los recursos vitales y 6. Ubicación de rellenos sanitarios, por decir algunos.
Para reforzar las ideas anteriores hice el ejercicio de ir a comprar un mapa de Teziutlán a diferentes papelerías, y para mi sorpresa me encontré que el mapa realizado por el ingeniero Luis Audirac en 1927 rebasa en contenido a los escasos mapas que hay hoy en día. Lo que me hace reflexionar que no tenemos una cultura cartográfica. Me pregunto: ¿dónde se apoyan maestros y estudiantes de educación básica para estudiar geografía y conocer la importancia geológica, biológica y geográfica donde yace esta región?, ¿Cómo podemos aspirar a algo más elaborado si estos pequeños detalles son ya un reflejo de que estamos a años luz para hablar de una cultura de la prevención de desastres?
En 1999 las cifras oficiales de zonas de riesgo eran 30, en 2014 incrementaron a 60 aproximadamente; ahora en 2016, se habla de alrededor de 80; este es un ejemplo de la ambigüedad en el manejo de cifras, es decir de la información.
¿Cómo podemos medir lo que ha cambiado? Por ejemplo: ¿qué relación existe entre zonas peligrosas y el crecimiento de la mancha urbana? ¿El riesgo crece en las zonas más antiguas de la ciudad o en las colonias más recientes? Si no se entienden los factores que generan el riesgo no podemos cambiar a políticas, estrategias y acciones para la expansión de la ciudad y menos influir en las políticas públicas ni en la concientización del ciudadano.
Por esto la Fundación Pro–Reconstrucción de Teziutlán asistirá a la tercera conferencia de ONU–Habitat: por un futuro urbano, para traer iniciativas de prosperidad urbana a Teziutlán y ubicarla como una ciudad modelo de asentamiento humano clasificado en situación de vulnerabilidad y riesgo.
*Investigador de la Fundación ProReconstrucción de Teziutlán, AC.