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Ofrece Alejandra Gámez un acercamiento al ciclo ritual agrícola de los popolocas

Por : Paula Carrizosa

2013-06-04 04:00:00

Los popolocas son el tercer grupo indígena con
mayor presencia en el estado, luego de los nahuas
y los totonacos

 

A través del estudio de ciertas fechas calendáricas que coinciden con los momentos rituales más importantes de la comunidad popoloca de San Marcos Tlacoyalco relacionados con la agricultura, la investigadora de la Universidad Autónoma de Puebla, Alejandra Gámez Espinosa, elaboró el libro Cosmovisión y ritualidad agrícola en una comunidad ngiwá.

Resultado de una investigación de más de una década, que comenzó en los años de 1995–1996 con la realización de estudios antropológicos etnohistóricos en la región de Tehuacán, a cargo de la académica y alumnos, el volumen se convierte en una de las primeras aproximaciones a esta cultura, que ha sido poco estudiada y valorada, pero que refiere a una sociedad compleja y de gran tradición que hace más de 5 mil años domesticó el maíz.

Los popolocas, como explicó la antropóloga Alejandra Gámez durante una entrevista, son el tercer grupo indígena con mayor presencia en el estado, luego de los nahuas y los totonacos. En la comunidad de San Marcos Tlacoyalco, perteneciente al municipio de Tlacotepec de Benito Juárez, por ejemplo, existen alrededor de 8 mil hablantes de la lengua, entre niños, jóvenes, adultos y ancianos.

Señaló que desde los años 60 del siglo anterior, con los estudios arqueológicos del estadounidense Richard McNeish en las cavernas de Coxcatlán, comenzó el interés hacia esta región considerada como “la cuna de la civilización”.

“Los antecedentes de los popolocas se remontan a más de 5 mil años con los grupos otomangues que se fueron separando a su vez en diversos núcleos, como los chochos, los mazatecos o los ixtecos. Por desgracia, los popolocas han sido objeto de esa visión centralista que pone en primer lugar a los nahuas, y que la ubica como cultura marginal utilizando los mismos términos peyorativos que utilizaron los mexicas, traspasándose hasta la época colonial y la actualidad”, señaló la académica del Colegio de Antropología Social.

Señaló que un primer resultado de la investigación emprendida en la década de los 90 fue la publicación del texto Los popolocas de Tecamachalco–Quecholac. Historia, cultura y sociedad de un señorío prehispánico, publicado en 1999. Ahora, con Cosmovisión y ritualidad agrícola en una comunidad ngiwá, señaló que la investigación tiene dos ejes temáticos que son la ritualidad y la cosmovisión, a partir del ciclo ritual.

“Mucha de su subsistencia se basa en la agricultura que sigue siendo temporal con el uso de tecnología precaria, son comunidades que dependen de los ciclos estacionales y de las condiciones geográficas y climáticas, por lo que tratan de controlar el tiempo de diversas formas: desde la bendición de las semillas que ocurre el 2 de febrero, día de la Candelaria, hasta los días de muertos, con las ofrendas”, explicó Gámez.

Ahondó que ese calendario ritual, luego del 2 de febrero y la bendición de las semillas, continúa con el pedimento de la protección de la cosecha el día 3 de mayo o de la Santa Cruz, una fecha que si bien es de índole católico no tiene ese valor para los popolocas. Para junio, prosiguió la académica, el ciclo ritual continúa con los festejos a San Pedro y a San Pablo el 29 de junio, con ritos que buscan el crecimiento de la siembra además de librarlos de las plagas; en agosto con la asunción de la virgen –el día 15– para que permita una buena cosecha, luego el 29 de septiembre con el festejo a San Miguel a quien le pide que llueva pero los libre del granizo y por fin Todos Santos, que son días de agradecimiento, algo que se refleja en las nutridas ofrendas que se ponen en los altares popolocas.

Particularmente, notó Alejandra Gámez, destaca la doble celebración de San Marcos: el día 25 de abril con la advocación de San Marcos Evangelista a quien se le solicita la lluvia, y el 7 de octubre dedicado a San Marcos Papa en el que se agradece la cosecha llevando los elotes tiernos.

Por último, resaltó que para descontinuar el uso peyorativo del apelativo popoloca que hace referencia a definiciones como “tartamudo o tonto”, las comunidades se han autodenominado ngiwás que significa “el que habla correctamente”. Lamentablemente, debido a que no se cuenta con una escritura y a la diversidad de variantes de la lengua, no se ha podido consensar la forma correcta de escribirlo y pronunciarlo. 

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