La razón por la cual se está dotando de súper–poderes al contralor del gobierno del estado, Eukid Castañón Herrera, obedece a la estrategia del mandatario Rafael Moreno Valle Rosas de evitar fugas de recursos económicos y concentrar los ingresos monetarios, que llegan por vías formales e informales, con el único propósito de que todo el dinero se utilice en el proyecto personal del jefe del Poder Ejecutivo, consistente en controlar las dos próximas sucesiones de la gubernatura en el estado, así como la de impulsar su figura a nivel nacional para buscar convertirse en candidato presidencial en el año 2018.
Al mismo tiempo, el creciente protagonismo que está adquiriendo Eukid Castañón es un signo inequívoco de que Rafael Moreno Valle va a gobernar, en la segunda parte de su sexenio, con una mayor “mano dura” a la mostrada en los últimos tres años, pues si algo distingue a este funcionario es su personalidad autoritaria e intolerante.
Castañón desde la Secretaría de la Contraloría ya ejerce un poder que en mucho rebasa la autoridad y algunas competencias de varios miembros del gabinete, como son los encargados de las carteras de Gobierno, Transportes, Infraestructura y Seguridad Pública. Esta es una situación que se viene generando desde el año 2012 y desde que el ex dirigente del extinto partido Convergencia se volvió en el principal operador electoral de Moreno Valle.
Por eso es común ver desfilar por las oficinas de Castañón a una variedad de políticos, dirigentes sociales y empresariales, así como diferentes actores de la vida pública del estado, que van a buscar resolver problemas con el Poder Ejecutivo, pese a que no todos son asuntos de la competencia de la Contraloría.
En su momento Castañón opacó y acabó desplazando a Fernando Manzanilla Prieto, cuando el segundo de ellos era secretario general de gobierno y el primero fue nombrado subsecretario de esa dependencia. Con ello Manzanilla dejó de ser el segundo hombre más fuerte del gabinete.
Ahora, parecería que está pasando lo mismo con Luis Maldonado Venegas, el actual secretario general de gobierno, ya que es a Castañón a quien le encargan atender conflictos que tendrían que ser competencia del encargado de garantizar la gobernabilidad en el estado.
Si algo ha caracterizado a Manzanilla y Maldonado es que son de los pocos políticos del gabinete que les gusta dialogar y negociar, pese al perfil autoritario del gobierno del estado. Sin embargo, el que Eukid Castañón esté adquiriendo más poder es una muestra de que en el Poder Ejecutivo se quiere gobernar con el miedo, en lugar de buscar impulsar valores democráticos.
A partir de este domingo, con el último paquete de reformas que aprobaron los diputados locales salientes, ahora la Secretaría de la Contraloría tendrá entre sus facultades hacer inspecciones a la ejecución de obras públicas, lo que permitirá imponer sanciones a constructores que no cumplan con los contratos o con algunos lineamientos legales.
También se le ha dotado al contralor las funciones de depurar, revisar y actualizar los registros del transporte público, lo cual significa que a Eukid Castañón le tocará enfrentar directamente a los concesionarios de este servicio, el cual es un sector politizado, mafioso, agraviado y dañado en sus finanzas por la incorporación del metrobús.
Dicho de otra manera, con estos cambios se está anunciando que habrá mayor rudeza del gobierno contra los empresarios constructores y contra los transportistas, o en general con quien se tope con la secretaría que dirige Castañón Herrera, incluidos los críticos y opositores de la administración morenovallista.
Una muestra de lo anterior ya se vivió en noviembre pasado, cuando se echó del gobierno a uno de los pocos subsecretarios que brillaba por su honestidad y eficiencia. Se trata de Carlos Zurita, quien era el brazo derecho de Bernardo Huerta, el titular de la Secretaría del Transporte.
Cuando Zurita se enteró de que había sido destituido de la Subsecretaría del Transporte su sorpresa creció al enterarse de que Bernardo Huerta, quien era su superior, no estaba enterado de que el funcionario había sido defenestrado para que su lugar fuera ocupado por un servidor público que es parte del grupo de Eukid Castañón.
La razón por la cual Zurita fue echado es que había logrado frenar actos de corrupción relacionados con los trámites que realizan los transportistas y que pueden tardar en realizarse hasta dos años. Además de llevar una relación de diálogo y entendimiento con los concesionarios.
Esa situación convirtió a Zurita en un personaje incómodo porque evitaba que hubiera pagos extraordinarios –por abajo del agua– de los concesionarios y por ende se perdía mucho dinero que puede ingresar por vías no formales a las finanzas del alguna oficina gubernamental.
El mismo estilo con que se quitó a Zurita se observó en diciembre del año pasado, cuando Castañón, de manera temporal, ocupó una subsecretaría de Gobierno y se le asignó en el cargo en ausencia de Fernando Manzanilla, quien era el titular y se encontraba de vacaciones. Esa manera de hacer las cosas fue para marcar con claridad que quien iba a mandar en esa dependencia era Castañón Herrera.
La administración de Moreno Valle ayer emitió un comunicado en el cual indica que la obra del gobierno más importante es la que viene, en la segunda parte del sexenio. No hay motivos para dudar que así será.
Como tampoco hay motivos para dudar que también habrá más intolerancia y autoritarismo en la gestión morenovallista, signos que vendrán de la mano en el actuar de Eukid Castañón Herrera.