Si alguien estuvo, como yo, pegado a la computadora y más precisamente a las redes sociales, antes, durante y después de la famosa fumata blanca con la que el Vaticano anunciaba que ya había un nuevo papa; sin duda estará empapado de información. De información y de ruido. De risas y de reflexiones. De alegrías y de decepciones.
Entre la ya consabida inmediatez de las redes y la...