En este país ya no nos llaman la atención los cientos de asesinados anónimos que siguen engrosando las estadísticas del crimen organizado. De pronto, cuando los muertos tienen nombre propio, parece que la conciencia del crítico estado en el que vivimos vuelve a remecerse.
En esta ocasión, las víctimas son Alfredo David y Alejandro, hijos de Martha González, editora del diario...