Pamplona y sus sanfermines tienen mala fama entre los taurinos: demasiado ruido, dicen, y muy poca atención a la corrida. Y los aficionados puristas, tan afectos a los silencios de Sevilla, la sabihondez aburrida de Madrid o los torazos de Bilbao, secundan la idea sin contemplaciones: Pamplona: alcohol y turismo, triunfos y orejas a capricho. Y sin embargo...
Y sin embargo, en Pamplona tuvo que apechugar Joselito...