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?Y t? qu? vas a decidir?

Por: Regina Isabel Hernández Gutiérrez

2012-06-27 04:00:00

El próximo domingo 1 de julio estamos ante la posibilidad de lograr cambios sustanciales en nuestro país. Para bien o para mal, hemos podido escuchar lo que los candidatos llamaron propuestas,  aunque en realidad no profundizaron mucho en cómo lo harían y se convirtió más en un ejercicio demagógico en el mejor de los casos o en una pasarela en otros tantos. Y es que en el afán de ganar adeptos, los candidatos recurrieron a todo:  bailes ridículos, frases chistosas machistas, a la descalificación y a todo lo que encontraron para intentar aplastar al otro u otra, más que centrarse en discusiones constructivas de qué hacer para sacar adelante al país y cómo hacerlo.

Parece que la movilización de jóvenes estudiantes pudo colocar de manera puntual varios temas de interés para todas y todos, desde esta parte se puso seriedad a una serie de cuestiones que nos interesaba conocer y que los candidatos y la candidata a lo largo de su campaña obviaron, omitieron o de plano no le dieron importancia alguna. Prueba de ello son los debates que vimos en los medios de comunicación: preguntas formuladas de antemano, que tampoco pudieron contestar porque se dedicaron a golpearse y a dejarse mal entre ellos, pruebas para descalificar a todos y todas, señalamientos puntuales que sólo se tomaron como juegos de palabras, sin ver el fondo que hay detrás de todo este espectáculo.

Por un lado, la historia negativa que cada uno de ellos tiene –unos más que otros– y, por el otro, la manipulación que los medios ejercen sobre todos y todas nosotras para legitimar este circo.

Por tanto, la reacción de muchos y muchas no es desmedida ni tonta. Tiene que ver con un ejercicio de reflexión y crítica que nos hace accionar para detener los embates de este modelo que intenta contenernos en un mismo saco, llevando la política a las clásicas novelas de amor que las televisoras de este país nos vende y que a muchas emociona, o el mal entendido empoderamiento de las mujeres, que nos creemos heroínas al vislumbrar la posibilidad de tener una presidente y hacemos todo lo posible para apoyarla e impulsarla, sin percatarnos que su ideología y su propio ser responde a una lógica y construcción patriarcal y machista, porque si el cuchi, cuchi nos convence, ¡sí que estamos amoladas!

Hacer visibles estas dos candidaturas y no estar de acuerdo con ellas, no significa de forma alguna aceptar otra u otras, pero es imposible no percatarse que mediáticamente fueron las dos que más se posicionaron. Sobre todo uno, que fue armado por completo por estas empresas, vendiéndonos al Ken mexicano, acompañándolo su inseparable Barbie, dándole vida a una historia de amor que, tal y como lo dictan los cánones televisivos, debe tener un final feliz: ser la pareja presidencial.

Del otro lado, tenemos una mujer que ha intentado subirse al discurso de género de forma por demás lamentable. Con  frases como “seré una presidente con falda, pero con muchos pantalones” y el famoso cuchi, cuchi, echa por debajo todo ese discurso que tiene que ver con la concientización de los cambios que deben generase para establecer relaciones de pares, no desiguales, en donde no se siga viendo a las mujeres como un objeto o donde las mujeres no sigamos reforzando las prácticas y estereotipos machistas.

Por tanto, el llamado es a mirar con cuidado qué es lo que realmente existe detrás de cada uno de los candidatos y la candidata, qué nos convence de ellos, de su propuesta. No es dejarse llevar porque alguien luce bien o porque la televisión nos vende ciertas imágenes e historias, para no dejarnos ver y reflexionar sobre la importancia de nuestra decisión.

Tampoco se trata de creer que alguien llegará con una varita mágica y resolverá todos los problemas que nos aquejan, se trata de confiar en alguien, pero no con los ojos cerrados o viendo sólo la fachada, sino sabiendo y conociendo cuál es el proyecto que intenta compartir y construir con todos y todas.

Especialmente para las mujeres, tener la posibilidad de expresar nuestra decisión y ejercer nuestro voto, ha sido una lucha del movimiento feminista, ha sido enfrentar e intentar cambiar las condiciones que nos han dejado en un segundo plano históricamente. No ejercer este derecho o desperdiciarlo votando sólo por una cara bonita, es olvidar nuestra historia e invalidar el esfuerzo de todas estas mujeres que han pugnado por cambiar y mejorar nuestras condiciones de vida.

Estamos ante un momento crucial y visualizarnos como mujeres, hacernos presentes, participar y elegir en estos comicios es una tarea crucial. No nos dejemos llevar por los medios de comunicación, por las encuestas, por la imagen, por la historia de amor y por todo lo demás que nos vendieron en esta campaña. Pensemos y reflexionemos sobre las propuestas, sobre quién tiene las capacidades y habilidades para ser digno o digna de darle nuestra confianza y dejar en sus manos nuestro futuro próximo y el de todos los que compartimos y convivimos en este país.

Por favor, asistamos a las urnas, ejerzamos nuestro derecho al voto, hagamos patente que somos capaces de tomar una decisión congruente con lo que en verdad somos y queremos, para nosotras y para todos.

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