Las diferencias

Decir que nos interesa el desarrollo, la generación de oportunidades y que se está comprometido con la igualdad y la justicia es una cosa, y otra muy distinta demostrar con hechos tangibles e irrefutables que esos intereses y compromisos son algo más que palabrería hueca, eso es lo que marca las diferencias.

El PRI y el PAN se enfrascaron en un acto circense en su mal llamada “Mesa de la Verdad”, para definir si Enrique Peña Nieto cumplió o no cumplió como gobernador del Estado de México. Nada más banal e inútil es lo que muestra esa clase política tan podrida y superficial que tenemos y de una ciudadanía desfigurada  tal vez por el hartazgo, el cansancio o por la fácil comodidad de mantener a los “políticos culpables” que a los “ciudadanos vigilantes y partícipes de la vida pública”.

Es necesario precisar que esta comodidad está en buena parte sustentada en la arrogancia con que los servidores públicos se manejan. Metidos en su caja de cristal no desean que nadie los contradiga, los cuestione y menos aún les exija cuentas, quien lo hace con crítica y propuesta inmediatamente es descalificado y se convierte en enemigo; en contraparte, cobijan y seducen a aquellos que le son sumisos y que están dispuestos a servir de alfombra a cambio de un plato de lentejas. Si a eso le agregamos que a los “ciudadanos vigilantes y partícipes de la vida pública” les da por debatir, argumentar y construir disenso, entonces se agrava la situación. No es fortuito ni gratuito que el ser periodista o defensor(a) de los derechos humanos sean actividades de alto riesgo en este país.

Así, una clase política superficial y soberbia, combinada con una ciudadanía disminuida, es campo fértil para que la elección de nuestros gobernantes sea en función de una cara bonita, la condición de género o el miedo infundado sobre peligros inexistentes, y no con base en un análisis de quiénes son los candidatos, qué han hecho y quiénes los acompañan. Si de verdad querían una “Mesa de la Verdad” de todos los partidos políticos, entonces hubieran abordado las acciones y omisiones en asuntos como la guardería ABC, el abuso sexual de mujeres como forma de tortura en Atenco, los abusos contra migrantes, las víctimas calificadas como “daños colaterales” de la “guerra contra el narco”, los casos de feminicidios en todo el país, la opacidad y la corrupción.