Las candidatas

Tras las desastrosas declaraciones de la candidata del PAN a la Presidencia de la República, para que las mujeres lleven a votar a sus parejas si no “no hay cuchi cuchi en un mes”, o bien para que el premio por sufragar sea “un mes de cuchi cuchi doble”, es necesaria hacer una reflexión sobre el papel de las mujeres en los partidos y el ámbito político.

En primer lugar, dichas declaraciones en sí mismas son una evidencia más de que el ser mujer no te da conciencia de género ni la más mínima idea de la lucha feminista. Josefina Vázquez Mota denota su desprecio y misoginia al reducir la capacidad argumentativa de las mujeres a la esfera sexual. Su “cuchi cuchi” es una ofensa más que nos agravia a todas y todos. Una persona que llama a la manipulación sexual o que sustenta su propuesta en la apariencia física no puede ni debe llegar siquiera a pretender ocupar un espacio de decisión. La señora Josefina se equivoca una vez más con las mujeres y no nos hace más que obstaculizar el camino a quienes con inteligencia, capacidad, perseverancia, en el día a día, conquistan libertades y derechos, que por desgracia son las que menos estamos visibles.

En Tlaxcala miremos a las señoras diputadas y en un ejercicio de objetividad observemos su desempeño que en el más optimista de los escenarios podemos calificar como mediocre y mercenario. La pregunta salta, ¿acaso ellas representan a los mejores cuadros femeninos del panismo, el priismo, el perredismo y de los demás partidos? En definitiva la respuesta es no.

En el caso de las candidatas por un espacio en el Senado o en San Lázaro hay por lo menos dos ejemplos emblemáticos de golpeteo político en razón del cambio de siglas de partido. La denostación por la presunta traición debería representar una crítica en el interior de todos los partidos en por lo menos dos temas: 1) si es fácil pasar de la izquierda, al centro o a la derecha partidista es porque en la realidad no existe la menor diferencia ideológica entre los mismos y 2) que su trabajo en la formación de liderazgos femeninos es prácticamente nulo, y que las mujeres capaces de marcar agenda propia no son formadas en los institutos políticos y que se abren paso prácticamente a la fuerza o bien optan por salirse buscando otros espacios de acción lejos de la “vida partidista”, si es que ésta realmente existe.