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Feliz cumpleaños, Kurt, donde quiera que estés

Por: Yassir Zárate Méndez

2012-02-24 04:00:00

Siempre hay la posibilidad de equivocarse. Y Kurt Cobain ejerció a plenitud esa vía. El chico de Aberdeen que fue a perderse y a olvidarse de sí mismo bajo un puente, acabó siendo devorado por aquello a lo que rechazaba profundamente.

La maldición de la belleza se cebó sobre Kurt, un soldado de la nada extraviado en una tienda de Prada, comprando zapatillas para Courtney Love, la Yoko Ono de la generación grunge.

El grunge, esa última bocanada de aire fresco que también acabó por ponerle una etiqueta a su valor artístico, sólo para convertirse en una mercancía que pasa por un escáner.

Kurt Cobain encarna el fracaso de la esperanza y de la ilusión que florece durante la infancia. Quien haya visto el documental dirigido por Nick Broomfield, y que fue debidamente saboteado por Courtney Love, puede conocer de primera mano un testimonio sobre la pérdida de la inocencia.

El niño que canta y que vemos gracias a una vieja cinta en súper 8 acabará, algún día, tomando su propia vida para glorificar al vacío. Pero antes, seguirá la ruta del desconsuelo, de la incertidumbre y de la desesperanza. Ni siquiera el amor de la tía Mary logró redimirlo ni salvarlo de su propio holocausto. Las llamas siempre aguardan con paciencia.

Kurt apostó tarde y lo perdió todo. En medio de la autocomplacencia que dominaba a la industria de la música pop, de pronto surgía un personaje perfecto para desempeñar el papel de antihéroe: guapo y talentoso, al estilo de los poetas malditos de finales del siglo XIX, que frecuentaba los paraísos artificiales, de donde salía rebosante de ideas que engordarían las cuentas de banco del CEO.

Kurt representó durante los pocos años que gozó de la fama patentada por la cultura de masas la posibilidad de la redención adulterada, y con su muerte sólo pudo corroborar lo que el guión del destino había bocetado en los años de Aberdeen, y que posteriormente se recrudecieron en Seattle.

Aunque parezca un absurdo en los tiempos del Wall Street Journal, el dinero no lo es todo, porque Kurt lo tuvo a raudales, pero eso no le permitió tragar la píldora de la felicidad. Ni siquiera Frances Bean se la dio, a la que no sólo abandonó, sino que la dejó en manos de Courtney.

Cobain fue tildado de traidor cuando llevó a Nirvana a Universal Music, lo que le abrió las puertas a la banda para entrar en los circuitos del sistema comercial. Ese pacto con el demonio corporativo lo llevaría a sumergirse en las aguas del río de las sombras, hasta que recaló en la más profunda soledad, la misma que lo carcomió hasta aquel disparo redentor, aunque todavía no sepamos quién haya tirado del gatillo.

Aun así, feliz cumpleaños, Kurt, donde quiera que estés.

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