Extraliterario

Recuerdo una vez que un par de amigos poetas y performanceros entraron a una lectura de Álvaro Mutis en algún recinto universitario del cual no tengo memoria. Estos dos tunantes, en ese tiempo muy cercanos y asiduos bebedores de anís Mico, querían hacerse notar y gritaron improperios bobos hasta que uno de ellos, con la lucidez que da cierto grado de alcohol, comenzó a gritar: ¡Soy el hijo bastardo de Álvaro Mutis!

La anécdota la repetíamos una y otra vez hasta que dejó de hacernos gracia. En más de una ocasión, viviendo en el pequeño círculo de escritores de provincia, hice cosas similares, ya sea con amigos, conocidos y algunos de esos seres que encuentras en el camino. Bebimos hasta acabar borrachísimos en una presentación de Eusebio Rubalcaba; tuvimos sexo en el salón de arriba de cierto congreso de cuento mientras las autoridades universitarias tocaban a la puerta; nos dopamos con reynoles en la docta charla de Enrique Serna hasta acabar en el piso; le gritamos farsante a las investigadoras o simplemente robábamos libros en supermercados, librerías y bibliotecas, ya sean de amigos o de enemigos.

Todo esto influido por lecturas que nada tenían que ver con la academia. En nosotros no entraban los preclaros e insulsos escritores que querían endilgarnos en la escuela. Esas gamberradas no eran literatura tampoco, pero pretendían serlo. Pretendían llevar a la carne y a la sangre los preceptos que leíamos en Bukowsky, en Nicanor Parra, en Kerouac, en los actos del Fluxus y en los grupos que no eran aceptados por los Paz y los, ahora, Letras Libres. Pretendíamos quemarlo todo y comenzar de nuevo.

Ahora, con el Fonca y similares esas gamberradas son financiadas por el Estado y toleradas en los encuentros literarios. Han perdido esa benéfica oleada de aire puro que producía el ser “joven y loco” y hacer un grupo sólo por molestar. Y a que viene todo esto, a un fragmento del libro El hijo de Mister Playa, de Mónica Maristain, en el que narra la forma en que los infrarrealistas llegaban a reventar los recitales de los pacianos. Editada por Almadía, la biografía de Bolaño es pieza fundamental para entender la literatura latinoamericana del siglo XX y parte de la actual.