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Espejismo olímpico

Por: Ricardo Nava Olivares

2012-08-01 04:00:00

Cada cuatro años es lo mismo, las expectativas sobre el número de medallas que obtendrá México es de máximo cinco preseas, si bien nos va, ¿a qué de se debe?, ¿por qué tan pocas?, ¿por qué actualmente nada más destacamos en clavados, taekwondo, tiro de arco y box –ya nos eliminaron–?, en el caso del fútbol, el deporte nacional, nuestros sueños son obtener alguna medalla, la realidad es que pasará lo de costumbre, jugamos como nunca, perdimos como siempre.

En el caso de la marcha y el atletismo no hay esperanzas, no hay ni un Raúl González, Ernesto Canto o  Ana Guevara, en ciclismo Belém Guerrero nos dio un gusto, pero no han surgido más. México ha ganado en toda su historia 76 medallas: 14 de oro, 14 de plata y 48 de bronce, cifra lamentable, que refleja, por desgracia, nuestra triste realidad, también en el deporte somos un país subdesarrollado o para decirlo en el contexto geopolítico somos de tercer mundo, hasta los países que integraban el bloque socialista han obtenido un número mayor de preseas. Hoy China encabeza el medallero.

Seremos otra vez simple espectadores, veremos las competencias y acabaremos yéndole a Brasil, Cuba o España, daremos saltos de alegría si algún equipo de algún país desconocido gana una medalla, sentiremos la pasión y nuestras emociones nos llevarán a derramar furia, coraje, lágrimas por los competidores de otros países, a lo mejor con un poco de suerte nos estremeceremos con el sonar del himno nacional mexicano.

La realidad es triste, pero no tiene remedio, diría Joan Manuel Serrat, el deporte nacional es el reflejo del país, de su gobierno y de la corrupción e impunidad con la que funcionamos, según datos del gobierno federal en los últimos seis años se han invertido más de 20 mil millones de pesos para el deporte mexicano, no es una cantidad despreciable, el problema es que gran parte de esos recursos son ejercidos para todo, menos para construir una verdadera política del deporte que tenga claro qué es lo que esperamos del mismo, tanto en calidad de vida como en los niveles de alta competencia.

La grilla impera en el Comité Olímpico Mexicano, así como en el SNTE existe Elba Esther Gordillo, en el COM está la familia Vázquez Raña, existen los tibios Muñoz, los Carlos Hermosillo, los propios Raúl González, las mafias son las que se distribuyen los recursos públicos y privados, a ellos poco les importa aumentar el nivel de competencia, les interesa y mucho el turismo deportivo, los funcionarios de pantalones largos son los que se llevan los recursos y las confederaciones son espacio de poder, de dinero, menos de deporte, la mafia es la que ha hecho que el deporte mexicano luzca tan pobre.

Por eso hay que aplaudir los esfuerzos individuales, muchos de los atletas mexicanos se preparan en condiciones adversas, sin apoyo económico y sin el uso de la ciencia y la tecnología deportiva. Estar al margen de la innovación se traduce en una enorme desigualdad en la competencia, ya vamos condenados al fracaso.

Al respecto uno podría preguntarse: ¿por qué o para qué asistimos a las justas olímpicas?, ¿quiénes ganan con la participación de atletas, a sabiendas que no podrán obtener medallas?, más allá de los discursos sobre la importancia de nuestra participación en Londres 2012, lo cierto es que nuestros deportistas asisten, pero no compiten y eso es producto de la ausencia de una política integral de largo plazo, al menos eso hizo China, España y ahora Gran Bretaña, estos países decidieron empatar su vigoroso desarrollo económico con el ámbito deportivo, lograron mezclar recursos públicos y privados, establecieron áreas prioritarias en aquellos deportes donde podrían tener ventajas comparativas y que por su cultura y tradición les ofrecía obtener logros en el mediano y largo plazo. En cambio, en México se hace todo lo contrario, los grandes beneficiarios son las grandes empresas deportivas y desde luego el duopolio televisivo, que bajo el pretexto de la participación de mexicanos montan un monumental espectáculo de entretenimiento, las marcas controlan los accesorios, la vestimenta y el consumo, por eso garantizan la asistencia de la comitiva mexicana.

Esos medios hacen creer que es posible arrebatarle la medalla de oro a las grandes potencias y generar un ambiente optimista ante un escenario adverso es su tarea principal, sus animadores y comentaristas hacen lo humanamente posible por crear la expectativa de triunfo, utilizan a los atletas para edificar historias de sacrificio, del esfuerzo personal y para ello hacen reportajes, lo importante es crear la ilusión en el imaginario colectivo, con ese ánimo de fe, muchos mexicanos aceptamos la versión sesgada de la televisión, al final del camino quedamos en los últimos lugares del cuadro de medallas.

Vendrán los pretextos, saldrán a la luz algunas críticas que expliquen el deterioro y el escaso avance, otros aprovecharán la coyuntura para apoderarse de una que otra confederación deportiva y en el colmo del cinismo responsabilizarán a los atletas, éstos serán los culpables de la debacle deportiva.

Desgraciadamente, en cuatro años más estaremos repitiendo la misma historia, nos volverán a vender espejitos de oro, plata y bronce, y millones de mexicanos los volverán a comprar. El país donde no pasa nada.

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