2012-03-07 04:00:00
Cualquiera interesado medianamente en el crimen sabe que durante años Eliot Ness quiso capturar a Alfonse Capone, sin lograrlo. El mafioso napolitano logró hacer un entramado de prestanombres para no ser relacionado con sus negocios ilícitos. Pesaban sobre él varios asesinatos sin comprobar y acusaciones de tráfico de armas y alcohol. La forma en que idearon para capturarlo fue atraparlo por medio de sus finanzas. Defraudó al fisco durante años y por eso fue a parar a prisión.
Es cierto, nada heroico, nada de montajes con armas y policías uniformados, mostrando a los capturados y las armas y drogas detenidas. Un simple contador y ni una bala disparada. La sífilis hizo el resto.
En nuestro país justamente ha pasado lo contrario. Sin ponerse a pensar en una verdadera estrategia contra el narcotráfico, Felipe Calderón lanzó al Ejército y a la Marina en labores de patrullaje en las calles, sin pensaren si sería una buena opción, sin conocer a ciencia cierta si las cárceles tenían capacidad suficiente, qué pasaría dentro con los cárteles antagónicos, sin reformar policías, ni jueces. El resultado es un amontonamiento de cadáveres, una imagen internacional dañada lo más posible y un destapadero de fosas.
Además de muchos “sombrerudos” encarcelados, pero casi ningún trajeado. En una nota recogida el pasado 2 de marzo en El Economista, Calderón expresó ante el pleno de la Organización de Estados Americanos: “El día que logremos cortar el flujo de dinero estamos al otro lado de la lucha contra el crimen organizado”. “Frente a la delincuencia organizada transnacional opongamos un frente organizado internacional, donde sociedades y gobiernos no sólo enfrentemos este desafío sino que lo resolvamos”.
Es decir, más de cinco años después se da cuenta, con la sangre regando los campos mexicanos, con una ciudad de Monterrey llena de bloqueos criminales, con abusos de los militares a los civiles, con miles de muertes inocentes, que una estrategia organizada por un equipo de contadores hubiera acortado el paso “al otro lado de la lucha contra el crimen organizado”. Eso es estupidez o muy mala leche.
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