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Educación Especial: la discapacidad en el cine

Por: Raúl Jiménez Guillén

2012-09-10 04:00:00

“Los griegos –apunta Goffman– que aparentemente sabían mucho de medios visuales, crearon el término estigma para referirse a signos corporales con los cuales se intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quien los presentaba”.

En el proceso de desarrollo, los seres humanos otorgan a los otros una serie de atributos que permiten otorgarle identidad, a la que denominan “identidad social virtual”, la que aplican para reconocerlos, cuando estos no satisfacen esas expectativas normativas se produce una discrepanciay la persona es estigmatizada.

El cine –señala Almodóvar– tiene los mismos prejuicios que la vida real. Las personas con discapacidades físicas o mentales a menudo se han utilizado en películas de género, sobre todo las historias de terror, thrillers o melodramas, a partir de estigmas o estereotipos.

Martin F. Norden, en El cine del aislamiento. El discapacitado en la historia del cine (Editorial Once, España, 2008) y en Hollywood, política y discapacidad física (traducción de María del Carmen de la Peza, Versión (UAM–X, México, 1998, pp. 87–105), señala que “a lo largo de la historia de la humanidad las personas sin discapacidades físicas han tenido una actitud paradójica de repulsión y atracción frente a los discapacitados” (Henderson y Bryan, 1984:3). Esta observación concuerda con la obra del filósofo y crítico socio–cultural Leslie Fiedler, quien en su obra Fenómenos: mitos e imágenes del sí mismo secreto argumenta que las personas con desórdenes genéticos (por ejemplo, enanos, gigantes, hermafroditas, siameses) fascinan a la mayoría de la sociedad porque son a la vez “otros” y espejos de uno mismo, son una especie de imágenes míticas que reflejan los sueños y miedos de las mayorías.

Norden (2008) destaca: “a lo largo de los años, como parte de una estrategia general de aislamiento de las personas con discapacidades físicas, la industria cinematográfica ha perpetuado o instaurado un número de estereotipos extremadamente durables…, que son las representaciones más comunes de los discapacitados y que han sido diseñadas con el fin de inspirar humor, lástima, repugnancia, temor o alguna combinación de estos sentimientos”, estos son, entre otros:

El ciudadano superestrella: es un tipo universal que se desempeña en campos tales como los deportes, las artes, la política, y la medicina y quien rara vez permite que sus discapacidades interfieran con los objetivos de su carrera.

El cómico desgraciado: cuya discapacidad le causa problemas tanto a sí mismo, como a otras personas, o a ambos.

El viejo engañado: un personaje de edad avanzada, quien por su discapacidad (usualmente ceguera) es fácilmente engañado por tipos mucho más jóvenes y con cuerpos capaces. 

El gurú high tech: un hombre en silla de ruedas que muestra una aptitud fuera de lo común en el manejo de las computadoras, los equipos de comunicación y demás instrumentos afines

El noble guerrero: el veterano de guerra discapacitado que fue estelarizado en el cine en numerosas ocasiones inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y de la guerra de Víetnam.

El vengador obsesionado: un personaje, la mayoría de las veces un hombre fracasado, que no descansará hasta haberse vengado de la o las personas que él considera responsables de su discapacidad y/o que han violado de algún modo su código moral.

El santo sabio o sensato: otro personaje de edad avanzada que prevalece especialmente en el cine de los años treinta y cuarenta, el cual a pesar de su ceguera puede “ver” cosas que la gente con vista no puede ver y quien además brinda sabiduría a sus compañeros más jóvenes, que lo ignoran en situaciones de peligro.

El dulce inocente: un niño o una joven típicamente puros, santos, humildes, asexuados, excepcionalmente dan lástima, y quienes casi siempre reciben “curas milagrosas”.

La maravilla técnica: una persona cuya prótesis (casi siempre se trata de un artefacto de alta tecnología) frecuentemente realiza mejor las funciones de la pierna, la vista o el oído que remplaza.

La víctima trágica: se trata frecuentemente de un excluido social casi siempre agobiado por la pobreza, quien muere antes o al final de la película.

María Inés Monjas, Francisco Arranz y Eva Rueda en Las personas con discapacidad en el cine (Siglo cero, Vol. 35, Núm. 213, 2005, pp 13–29) afirman: “las personas con discapacidad están inadecuadamente representadas y la imagen que aparece en bastantes casos, responde a una conceptualización tradicional de la discapacidad, es decir, está cargada de ideas, creencias y prejuicios negativos y estereotipados. Hay una tendencia a la representación extrema entre un estereotipo muy negativo (muy inválido, con excesiva pasividad y excesiva dependencia), a uno muy positivo, pero irreal (bondad extrema, posesión de capacidades extraordinarias). A veces la discapacidad y el problema se arreglan ofreciendo una solución `idealista´ o gracias a recuperaciones milagrosas o sin ningún esfuerzo. En determinados casos aparece un final feliz porque la persona con discapacidad o las otras personas hacen algo tan maravilloso y tan especial que es del todo irreal.”

En De criados mudos, jóvenes sordas y otros estereotipos. Las personas con problemas de audición y lenguaje en el cine, David Aparicio Sánchez, María Gómez–Vela (Revista de Medicina y Cine. Volumen 6 (2010)  Número 2) refieren que “con la llegada del sonido al cine, a finales de los años 20, los personajes sordos y mudos empiezan a aparecer en las películas. Como ocurría con las otras discapacidades, la imagen que se transmitía de ellos era bastante estereotipada y, aunque no podemos hablar de clichés tan definidos como en el caso de los personajes ciegos o con discapacidad física, la representación que se ha hecho de ellos a lo largo de la historia tampoco se ha ajustado a la realidad. En el caso de los personajes mudos, que aparecen antes que los sordos, heredaron el estereotipo de los discapacitados físicos. En general, han sido criados (o ayudantes) de fuerte complexión y aspecto siniestro al servicio de un amo malvado. Aunque este estereotipo es recurrente en el cine de terror, también han aparecido criados/as en otros géneros como la comedia, e incluso en otras cinematografías. Otro estereotipo que ha aparecido con frecuencia es una variante del de dulce inocente propuesto por Norden. En este caso, se trata de una mujer joven y bella con la que empatiza el espectador, a la que a menudo hay que cuidar porque se la muestra como un ser indefenso. Este estereotipo no aparece definido de un modo tan claro como el anterior, pero sí se aprecia que la mayoría de las mujeres que padecen sordera o mudez son, por norma general, jóvenes atractivas.”

En Cine Negro y Discapacidad: Más allá del Estereotipo, David Aparicio y María Gómez–Vela concluyen que “la representación que se hace en el cine negro de la discapacidad dista mucho de ser ejemplar. El cine en general no ha sabido reflejar ni a la discapacidad ni a las personas con discapacidad como realmente son. La presencia de estas en las películas es bastante más reducida de lo que lo es en la vida real. Además de esta negación, encontramos que cuando aparecen suelen cumplir un estereotipo bastante definido en función del sexo y de la discapacidad, que en absoluto responde a la realidad. El cine negro, si bien no consigue romper totalmente con los estereotipos establecidos, los va suavizando bastante y apenas queda rastro de los planteamientos que se habían ofrecido (y se seguían ofreciendo en otros géneros cinematográficos): el paternalismo, el superhéroe, la dulce inocente o el personaje cuya deficiencia física lo convierten automáticamente en alguien malvado o del que sospechar.”

Compartimos con Almodóvar que “las cosas van a cambiar en ambos lados del espejo (la realidad y las películas que reflejan) y cuanto antes, mejor: que las personas con discapacidad no son inusuales, que tienen acceso (no sólo física) para todas las realidades sociales y que se llenan las historias de la misma manera pero sin la necesidad de ser convertido en arquetipos” (Almodovar, 1998).

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