2012-09-14 04:00:00
Una tenía carácter melancólico y voz de jilguero, los que la visitan de vez en vez en su reino, dicen que es hoy día reliquia que sirve para que les enderece las penas y se hagan una limpia de amor.
La otra imperaba un reino itinerante, que inició desde Texas hasta Monterrey, su escudo de armas lleva una guitarra de 12 cuerdas y cuentan que entre Houston y el Cerro de la Silla se escucha el eco de su canto como el de una alondra.
La una convocaba y convidaba a sus súbditos en palenques, para inmolarse con destilado de agave y enseñaba el arte del Fénix.
La otra convertía en duquesas a las mujeres que como ella, dieran cuenta en sus tierras las señas del “mal hombre” y conjuraba un hechizo colectivo a fuerza de cantos tremebundos.
La una, ¡yo me muero donde quiera!
La otra es una “mujer pasiada”.
La una fue como un chamán al que le faltó potencia para dispersar el mal agüero de las almas que limpiaba y se atragantó con tanta tiricia, ni la formación de tropas que fue a tirar flores rojas al río, sirvió para arrebatar su alma a los barbitúricos que apagaron su voz.
La otra convirtió su reino en un camposanto donde los “requinteos” y la voz son “flores negras” que adornan su sepultura.
La una, Lucha Reyes
La otra, Lidia Mendoza
Recomendación: CD Lo mejor de lo mejor, Lucha Reyes. Ed. RCA Víctor / CD Best of Lidia Mendoza. Ed. Arhoolie Records.
Share |
Tweet
|