Construir las resistencias

La crónica de un fraude–imposición  anunciada, se ha cumplido una vez más, tal como lo habían dejado entrever los fragmentos del guión preestablecido que se fue desarrollando desde hace varios años, y que finalmente apuntaban a la continuidad del mismo modelo económico, ahora con un personaje de lo más inepto y prefabricado por los medios que se pueda tener, pero que seguirá manteniendo el rumbo hacia el capitalismo neoliberal, como sus predecesores del PAN.

En el ambiente se respira la decepción, la frustración, la cólera reprimida y hasta el desaliento; sin embargo, no se puede creer en la magia y los milagros, ni en las profecías que dicen que con o sin nosotros la historia se escribirá de alguna manera. Si  el fraude y la imposición se han consumado una vez más, ha sido por la falta de organización y de compromiso concreto de la sociedad civil; ha sido por la falta de visión, la falta de trabajo concientizador y organizativo, y por creer que es responsabilidad de los líderes o de los políticos con buenas intenciones la realización del cambio.

Ahora se llama a la resistencia civil ante la imposición de un nuevo gobernante espurio, y eso está bien siempre y cuando los ciudadanos estemos de acuerdo en qué entendemos por resistencia civil. No existe una sola forma de resistencia, que puede ir desde la lucha armada, la rebelión, las huelgas generales, las movilizaciones masivas, las huelgas de hambre, las huelgas de consumo y un sinnúmero de estrategias que significan no queremos más de este sistema, queremos otro… ¿pero cuál otro?

Para definir ese otro mundo alternativo y comenzar a construirlo, hay que recordar y estar bien conscientes de lo que ya no queremos: este mundo excluyente y polarizado plagado de desigualdades, de injusticias, de violencia y de impunidad que ha sido un mal epílogo de lo que una vez se planteó como el desarrollo o el progreso de la humanidad, pero basados exclusivamente en la ganancia, en el tener más. Las resistencias se tienen que construir desde el interior de cada uno; y la primera resistencia que debemos construir es hacia el modelo de comodidad, hacia la idea del trabajar menos y tener más comodidad, hacia la idea de que las diferencias de riqueza son las que dan prestigio y significan la realización humana. Esa es la primera y gran resistencia sobre la que se pueden construir muchas otras, como la solidaridad, la igualdad, el no permitir las injusticias, el dialogar y organizarse para defender nuestras propuestas alternativas.

Si las resistencias no se construyen desde el interior, éstas no tendrán fuerza, ni serán eficaces; sólo cambiando nuestra conciencia del mundo que queremos, podremos encontrar los caminos para emprender acciones conjuntas, más eficaces, con más experiencia acumulada y que no entren en el juego de la violencia que sostiene a este sistema; sólo construyendo desde el interior se pueden vencer los miedos, las desconfianzas y se pueden emprender tareas comunes para cambiar este mundo indeseable.