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2012-04-23 04:00:00
Aunque haya pasado prácticamente inadvertido para los medios nacionales, tan atentos a dimes y diretes futboleros, luchadores enmascarados, futbol americano y demás bisutería informativa, el triunfo de Joselito Adame en plena feria de abril representa un hito para el toreo mexicano. Para empezar, hacía poco más de un tercio de siglo que un matador nuestro no obtenía premio tangible en la Maestranza –la última oreja se la cortó Manolo Arruza a “Corredor”, de los Herederos de Carlos Núñez, el 12 de octubre de 1977–; y luego está la resonancia que entre la crítica española ha alcanzado el desempeño del joven hidrocálido con la corrida del Conde de la Maza, ganadería cuyos astados tienen una bien ganada fama de intratables.
Basta con revisar las encomiásticas cabezas de la prensa en pleno para comprobarlo.
Puros elogios
Para el comentarista de la web portaltaurino.es Juan Carlos Gil, lo mejor de la tarde del pasado lunes 16 fue “la sorpresa mexicana”, y ahí mismo, su colega Víctor J. Vázquez encabezó su reseña con un “¡Que viva Aguascalientes!”, mientras Luis Nieto, del Diario de Sevilla hablaba de “Calor hidrocálido en fría tarde”, para Álvaro Rodríguez del Moral, del Correo de Andalucía, “La sorpresa llegó de México”, el crítico de ABC Fernando Carrasco apostillaba “Joselito Adame vence a la mansada”, Sixto Naranjo, de COPE, aseguraba que “Joselito Adame entró en Sevilla”, el duro y descontentadizo Antonio Lorca de El País escribía admirado sobre su “Vocación de triunfo”, Carlos Crivell, de El Mundo daba la cabeza de su reseña a “Las zapopinas de Joselito Adame”, José Antonio del Moral, en La Gaceta, reconocía que “Adame salvó una insufrible mansada”, Patricia Navarro, en el matutino La Razón celebraba su “Querer y saber estar” y Carlos Ilián, del deportivo Marca, titulaba así su crónica: “Aire fresco de México en la Maestranza”.
Y eso, por hablar solamente de los encabezados inspirados a los principales especialistas españoles por el enfibrado torero de Aguascalientes.
Torerismo integral
En terna con el colombiano Luis Bolívar y el sevillano Salvador Cortés, el diestro de Aguascalientes ofreció como tarjeta de presentación un puñado de chicuelinas al segundo de la tarde, en las que el último lance –manos bajas, rítmico girar– y el ajustado remate levantaron un clamor. Luego contendería con “Guasonero”, un manso que huía de su propia sombra y no se dejó castigar en varas, pero al que fijó pronto en su muleta y, en el tercio, le ligó una tanda derechista tan acompasada, ceñida y templada que fue un asombro; pero al rematar con el de pecho zurdo el animal se echó en el albero, completamente vencido, y ya todo intento por torearlo resultó vano, no así la estocada, que justificó la salida al tercio.
Pero con el cierraplaza “Puritito” (540 kg), que tapó con cierta codicia su falta de clase, Joselito Adame desbordó entusiasmos desde que se lo llevó a los medios, le dio distancia y quitó por zapopinas de alegría y quietud ejemplares, no de las que se dan hurtando el cuerpo. la misma actitud estoica presidió el inicio de faena, media docena de ayudados a pies juntos que levantaron al público de la Maestranza. El toro duró poco pero fue aprovechado hasta el último aliento por el mexicano, que cimentó en la mano izquierda una faena templada, maciza y emocionante por la ligazón y la cercanía con los pitacos de “Puritito”. Y como se volcó en el postrer viaje y la estocada fue concluyente, la pañolada fue clamorosa y a manos de Joselito Adame fue a parar la primera oreja que corta este año un matador en la famosa feria de abril sevillana.
Lo que dijeron los cronistas
“La tarde tuvo un protagonista destacadísimo por entrega, temple, compostura e inteligencia”, escribió al día siguiente Juan Carlos Gil, “interpretó las chicuelinas con mucha despaciosidad y, hubo una, lenta, suave y ritmada como el deje mexicano... Las lopecinas del sexto fueron un canto a la perfección... rico y salpimentado abanico de lances con la capa fue el preámbulo de una faena inteligente, pulcra en ocasiones, bien planteada siempre, decidida de principio a fin y adornada con la virtud de la cadencia. Joselito Adame se puso de verdad con la izquierda y, ante un manso rajado que no quería pelea, le acarició, le mimó y hasta le susurró cada uno de los naturales.” Y apostilla a su vez Víctor Vázquez: “Adame vibraba y vibraba haciéndonos pensar que era imposible que aquel niño enclenque podría pisar el ruedo y ponerse delante con todos sus temores. Pero lo hizo. Joselito Adame besó la virgen que lleva bordada en el pozo de su montera y piso el albero, agarrado con fe a su pequeñísimo capote... Después de esta lección ética del mexicano vino la estética (con) los peores toros de la tarde... tardaba (el sexto) en repetir, pero abrió faena Adame con unos escalofriantes estatuarios para que todos supieran que el niño del pavor venía a comerse la tarde... aquello era intoreable, pero lo toreó”. Luis Nieto, veterano cronista, tampoco ahorra piropos: “El pequeño gran Adame dejó sin respiración al respetable: en uno de sus ayudados... a punto estuvo el manso de clavarle sus dagas en el pecho... sin rodeos, se fue a los medios y se echó la muleta a la mano izquierda... el mexicano desgranó naturales de frente y a pies juntos... lástima que Puritito apenas humillara y saliera casi siempre con la cara alta de las suertes... (pero) Adame brilló también con destellos preciosos, como un par de maravillosos pases del desprecio... (y) ganó un trofeo a ley tras un volapié contundente.”. Para Carlos Ilián, “Joselito Adame trajo aire fresco de su tierra... (su quite) salió bordado... con paciencia y torería fue midiendo al manso y le embarcó en la muleta sobre la izquierda con tersura y lo mismo en los derechazos. Todo muy torero y muy bien hecho, hasta la estocada, entrando a ley. Una oreja de las de verdad para un torero que nos refrescó en una tarde de plomo”. Y, en fin, Patricia Navarro reconoce que “a Adame le bastó con ese toro medio, porque además de querer, supo estar. Resuelto, seguro, tranquilo y como si su rodaje fuera extenso.
Zapopinas, no lopecinas
“Es posible que lean que fueron lopecinas, pero su verdadero nombre son zapopinas... El Juli... importó de México este quite y le llamó lopecinas... pero el nombre es zapopinas (y fue) Ángel Martínez quien las instrumentó por primera vez. Martínez las llamó así en honor de Zapopan, la ciudad en la que había nacido... A Joselito Adame le salieron bordadas, limpias y airosas, perfectas de ejecución y remate. La plaza reaccionó con la alegría que provoca el toreo bien hecho. Un lance que puede parecer accesorio pero que bien realizado se convierte en una obra de arte.” (El Mundo, 17.04.12). Esto lo escribió Carlos Crivell, uno de los críticos más serios y respetados de la península a propósito de uno de los varios quites de Joselito cuya belleza, colorido y verdad alborotaron ese día a los sevillanos.
Manzanares, apoteósico
La historia señalará las cuatro orejas que José María cortó el día 19 como el gran suceso de la actual feria de abril. Pero las obtuvo toreando –¡y estoqueando!– colosalmente a un lote ideal de Núñez del Cuvillo; cuenta, además, con la cuadrilla mejor coordinada y más elegante que recuedo haber visto en mi vida. Y es, por derecho propio, el ídolo máximo de Sevilla en el siglo XXI. Actuación de tal calibre empequeñeció incluso la finísima faena de Talavante para desorejar al tercero, aunque no el desbordante cariñó del público por Juan José Padilla, que lidió el lote más flojo de una corrida fácil y noble.
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