Logo de La Jornada de Oriente
Cargando...

Una semana para reafirmar nuestras creencias

Por: Ramón Beltrán López

2012-07-10 04:00:00

 

En la entrega anterior me referí al Secretario de Salud, el doctor Salomón Chertorivski Woldenberg, y lo critiqué –aunque muy débilmente– porque aseguré que no es médico,  sino licenciado en Administración y que había dirigido la empresa Bacardí para América Latina por 15 años. Y que este último puesto lo había blindado contra mis ataques arteros. Porque durante décadas he disfrutado de su esfuerzo comercial.

¿Y usted, me creyó?

Si lo hizo, muy mal hecho.

Simplemente porque la semana pasada fue una de siete días –como casi todas– en la que los crédulos, por millones,  aceptaron como un hecho todo lo que otros les dijeron –obviamente sin probarlo– y así formaron grandes bandos, o bandadas, que afirmaban tener la razón, ser poseedores de la verdad, aunque ésta estuviera sustentada en muy escasas y deleznables pruebas.

Si usted me creyó le puedo decir ahora que hay dos Chertorivski, uno médico, el otro LAE, que uno cuida la salud de los mexicanos y que el otro vende bebidas espirituosas que inducen al alcoholismo, la cirrosis y los accidentes viales. Y que el médico dice que pronto, y a pesar de su hermano, aumentará la edad promedio de los mexicanos.

¿Y acaso el hecho de que sean hermanos  significa que sean cómplices; que uno encubra al otro?

Porque igualmente la cadena  Wal Mart es competidora de Soriana, y la primera ha sido acusada de favorecer la corrupción, comprando favores de políticos mexicanos (como tal vez sucedió en Puebla, en La Margarita), y dos de sus principales directivos en México se apellidaban Ebrard Casaubon; eso cuando se publicó la investigación en EU.

¿Esto significa que otro hermano, Marcelo, sea cómplice de los otros, con el propósito de desacreditar a su competidora, y que a esto se deba que todo el affaire de las tarjetas de Soriana haya sucedido en Iztapalapa, al grado, inclusive de clausurar dos tiendas, sin razón válida ni justificación alguna?

¿Mataron dos pájaros de un tiro?

En esta semana de la credulidad,  usted, amigo lector, puede creer lo que quiera. O lo que le parezca más convincente.

Porque si a creer vamos, los Chertorivski, deben ser descendientes directos de aquel Abraham bíblico, quien a los 86 años embarazó a Agar, y a los 99 se circuncidó junto con su hijo Ismael, de 13.

¿Por qué razón no le vamos a creer a uno de sus descendientes cuando nos diga que la esperanza, el promedio o expectativa de vida en México puede llegar a ser de 200 años?

Quien crea en La Biblia puede también creer que podemos llegar a embarazar a nuestra pareja a los 86 años, y sin ayuda del Sancho. O del Faraón de Egipto. Y que su mujer, Sarah, tenía 90 años cuando concibió a Isaac.

Y en cuanto a política y a religión, cada quien puede (y debe) creer lo que mejor le plazca.  Esa debe ser una libertad sagrada.

Tal vez por esa razón, pero en política,  se repitan y, además, se difundan tantas, demasiadas, insensateces.  

Y así, hay quienes creen, porque no tienen forma de comprobarlo, a menos que hayan revisado cientos, miles, de casillas y actas de votación, o hayan escuchado la opinión de amigos o parientes que fueron funcionarios de casilla, de ese millón de mexicanos que trabajó todo el domingo, e inclusive hasta la madrugada del lunes, sin cobrar y solamente por cumplir con su país y con la democracia.  Muchos, miles de esos,  creen en el IFE y en la imparcialidad de los resultados; creen en el conteo rápido, creen en el PREP.

Y consideran sumamente difícil, casi imposible, que haya un partido que pueda comprar más de 3 millones de votos a un número igual de paisanos que, en todo caso, estarían vendiendo un Derecho como parte de su miserable patrimonio. Serían, si acaso, poco más de 15 por ciento de los 45 millones de pobres y miserables que han sido olvidados por la sacrosanta Revolución Mexicana, y que en todo caso prefirieron el hoy, hoy, hoy, en vez de las promesas a futuro de los candidatos. 

Y que pueden creer, si así lo desean,  que el gobierno del DF, que maneja más de 130 mil millones de pesos anualmente, no compra voluntades (y votos) a través de sus programas asistenciales.

Y pueden creer también que no hay razón lógica que haya hecho que los michoacanos y los zacatecanos hayan dejado de votar a favor del PRD y prefieran ahora ser gobernados actualmente por el PRI. Optaron por salir del paraíso. Tontos. 

O pueden creer, si lo desean, que aquí se falsean los resultados de las votaciones, pero que a pesar de ello la Cocoa, hermana del presidente Calderón, fracasó en su intento de ser gobernadora de Michoacán. A pesar de los hermanos Godoy, y de aquel  “michoacanazo”, inventados por su carnal.

Pueden creer, si así lo quieren, que el PRI le arrebató el Gobierno de Jalisco al PAN, después de 20 años en el poder, con un candidato prácticamente desconocido, y sin contar con todas las ayudas que se le atribuyen a Peña Nieto, por obra de mapaches, embarazo de urnas y demás trapacerías. Reales o imaginarias.

O también, y sin necesidad de prueba alguna, suponer o afirmar que Miguel Ángel Mancera hizo trampa y compró más de medio millón de votos para poder superar, y  humillar así, a López Obrador en la única ciudad que ha gobernado. Otro compló, el de Mancera–Ebrard.

Y eso siendo ambos candidatos del mismo partido. 

Fue así, toda una semana de creencias. Todos pudimos creer, afirmar, debatir, asegurar… y tratar de convencer a los demás, de nuestras creencias.  Lo malo ha sido la extrema abundancia de torpederos de la democracia. Como los que pretenden convencer a todo el mundo de que somos incapaces de conducirnos democráticamente. De que México no ha avanzado en ese sentido, a pesar de los años, de las luchas, de la sangre, de la cárcel, el sudor, el esfuerzo de muchos, muchísimos compatriotas.

Y ahora hasta resulta que hay unos, no sé cuantos, pero deben ser más de #132,  quienes pretenden decidir, por sí y ante sí, en el colmo de la arrogancia,  a quien podemos y a quien no podemos elegir. Aunque a ellos no los haya elegido nadie, absolutamente nadie, porque si hay lugares donde no existe la democracia es en las universidades, en el Ejército y en la iglesia. Y en casi todas las universidades mexicanas, públicas o privadas,  ya ni siquiera existen sociedades de alumnos. Desde el 68 y tragedias posteriores.

Pero no acaba todo ahí, porque para acabarla de amolar, durante esta misma semana, nos aseguraron, juraron y perjuraron que, los meros meros científicos chipocludos de todo el mundo, incluidos 40 mexicanos, consiguieron comprobar la existencia de una diminuta partícula llamada Bosón de Higgs, prevista por quien le dio su nombre hace ya casi 50 años.  Esa partícula, llamada también “de dios”, porque explicaría el origen del universo, y que  puede ser interpretada o entendida para los creyentes como  aquella unión de los dos dedos que dio origen a todo, el tiempo y el espacio, y que fuera pintada genialmente por Miguel Ángel, o bien como la prueba de que ya no hace falta dios, ni el “gran arquitecto del universo”, para los no creyentes; pero nuevamente debemos creer lo que nos aseguran esos centenares de sabios, pues nunca seremos capaces de verla, ni usted ni yo,  ni por sí misma, ni por sus efectos. 

Finalmente acaba resultando casi materia de fe en la ciencia; cuestión de fe para  la religión.

Menuda semanita. ¿Hasta cuando acabará?

Share
La Jornada
Nacional Michoacan
Aguascalientes Guerrero
San Luis Veracruz
Jalisco Morelos
Zacatecas  
Tematicas
Defraudados Izquierda
AMLO Precandidatos 2012
Servicios Generales
Publicidad
Contacto
© Derechos Reservados, 2013. Sierra Nevada Comunicaciones S.A. de C.V.