Otra vez la malquerida...

En este México nuestro, país de políticos obedientes y obsecuentes –hasta que alcanzan el poder y se vuelven infalibles y autoritarios– hay una mujer que desde hace décadas ha mostrado, abierta, cínicamente,  todos los peores atributos de la clase política que padecemos desde tiempo inmemorial y que, sin embargo, tiene, mantiene y ejerce un poder casi ilimitado en su territorio.
No es ni por asomo una belleza que provoque la imaginación ni la tentación, ni la producción de esas feromonas que dicen por allí, atraen a un sexo hacia el otro. Más bien es fea, desagradable, autoritaria y, si acaso produce algún efecto en la testosterona, esa hormona característica del varón, este es la más absoluta y completa inhibición de la hormona y sus efectos, su total desaparición; esto a juzgar por la reverencia y la obediencia sumisa que le rinden los miembros de su sindicato, principalmente sus dirigentes, así como los personajes más destacados de otros (¿todos?) los demás partidos. Y por supuesto de los del suyo.
Frente a ella todos los dirigentes se transforman y su actitud puede ser descrita con exactitud por la frase aquella de mi abuelo: “machos altivos y orgullosos con los de abajo y hembras complacientes con el (en este caso la) de arriba”. En este caso los que se comportan en su presencia como hembras complacientes son muchos de aquellos que en su ausencia (y por supuesto con su venia) pueden comportarse y ostentarse como verdaderos machos dominantes y autoritarios.
Aunque dicen que esos machos, los llamados machos alfa,  solamente existen en las especies inferiores y sería demasiado  el pedir  que se atrevieran a disputarle aunque sea un pedazo de “su” territorio a “la maestra”.  Aunque fuera siquiera por aquella “igualdad de género” tan reclamada por las mujeres desde hace algunas décadas.
Por supuesto que me refiero a Elba Esther Gordillo y a su SNTE y a su Panal. A su partido propio, personal, el suyo, únicamente suyo.
A esa que ha llenado todos los titulares desde el viernes pasado, y de la cual se han ocupado cientos de columnistas políticos, de los de papel y de los electrónicos.  A esa que se atribuye la derrota vergonzosa, hasta un tercer lugar, de Roberto Madrazo, y también el triunfo, por un cuarto de punto porcentual, 0.25 por ciento, de  Felipe Calderón sobre López Obrador. Vaya usted a saber que tan ciertas son estas afirmaciones. Pero mucho, muchos, las creen.
A esa que se puede aliar con el PAN, con el PRI, con el Verde, y hasta con el mismísimo diablo si le garantizan diputaciones, senadurías, la Lotería Nacional, el ISSSTE, una parte jugosa de la Secretaría de Educación Pública y algunas centenas de cargos en estados y municipios, para sus más fieles seguidores. Además de senadurías y diputaciones  federales, por supuesto. Para la hija y el yerno, incluidas.
¿Se pasó de rosca efectivamente y pidió de más, o efectivamente se rebelaron aquellos sumisos y obedientes priistas que ya veían amenazados sus escasos y precarios huesos?  
Mientras tanto Cordero, el “cordero del señor”, aboga por la unión, la unción, la reunión, la alianza con la maestra, a cualquier costo y en aras de un triunfo que cada momento se ve más lejano para él y para su partido, y por la otra su principal oponente, Josefina, la misma que tuvo que sufrir a la maestra en la SEP, responde que no, que de ninguna manera, que es necesario apoyarse y apoyar a los maestros, pero no a su domadora.
Y mientras tanto los políticos se enredan y hacen bolas intentando explicar las razones que llevaron a romper “amistosamente” la alianza PRI–Panal procurando, a toda costa y con gran esfuerzo, no lastimar, ni con el pétalo de una rosa, la sensibilidad de doña Elba Esther. Por aquello de que nadie sabe que pueda suceder en el futuro. Y la que manda, manda.
Pero, y ya para finalizar, quien pueda abrigar esperanza alguna, aquel que pueda esperar resultados benéficos para el país como consecuencia de todo este vodevil, más vale que la pierda. Pronto entrarán en acción los departamentos de control de daños, toda vez que ya el régimen panista prescindió de los servicios de los testaferros de la maestra en la Secretaría de Educación Pública (su yerno), y en la dirección del ISSSTE, por lo cual parece que este es ya un camino sin retorno y que no habrá de otra más que renovar los amarres en los estados y encontrarle así la cuadratura al círculo. Entre amigos se perdonan las rupturas “amistosas”.
Porque ya sabemos que para mañas, los políticos.