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¿Cambios para salir de la mediocridad?

Por: Ramón Beltrán López

2012-09-18 04:00:00

En diversos medios de comunicación se abordaron las declaraciones del nuevo líder de la bancada del PRI en San Lázaro.

Cito textualmente al diario La Jornada: “El Lic. Manlio Fabio Beltrones Rivera, coordinador de la bancada priista en San Lázaro, admitió que ante el incremento de la miseria y la pobreza en México, y el alto grado de violencia que no ha disminuido, es necesario que todas las fuerzas políticas en el país sumen esfuerzos para sacar adelante a la población a lo largo de la República.

“Este es un periodo de mediocridad en el que nos hemos sumido en los últimos 12 años; el crecimiento económico ha sido verdaderamente muy bajo (menos de 2 por ciento menor al de la población), donde la delincuencia no ha podido ser abatida y los crímenes se dan en todos lugares, acumulando muertos, en lugar de tener soluciones. Tenemos también aumento de la pobreza y de la desigualdad, lo que no podemos permitir”.

Supongo que el autor de la nota se refiere a que en dichas declaraciones se aseveró que México ha tenido un crecimiento económico “mediocre”, menor a 2 por ciento anual, cifra que es menor al crecimiento anual de la población.

 Más adelante la nota refiere que el actual diputado, y antes senador, señaló: “el legislador sonorense rechazó que las iniciativas que el Poder Legislativo debe aprobar sean las llamadas pomposamente estructurales. A la pregunta de si el proyecto de enmienda a la legislación laboral –que deberá expedirse en la Cámara de Diputados– se enmarca en las reformas necesarias, respondió que sí, porque se trata de adecuar nuestra legislación laboral a la modernidad para alcanzar mayor competitividad. Esto lo tenemos que hacer, cuidando dos aspectos: que la reforma sirva para crear más empleos y ganar competitividad, y que preserve la constitucionalidad y la legalidad de todo lo que son los derechos de los trabajadores. Seremos intransigentes en cuidar la constitucionalidad y la legalidad de los trabajadores, porque de lo contrario lo único que haríamos sería llevar esta reforma a una controversia ante el Poder Judicial”.

¿Usted lo entendió? Porque francamente yo no pude. Por más que lo intenté.

Y considero que el sonorense es una persona inteligente y que cuenta con eso que en el argot político se llama “colmillo”. 

 Para empezar yo esperaba un programa de acción para dejar de ser un “país mediocre”, donde la educación que se imparte es mediocre, los maestros son mediocres (lo dice el Ceneval) y sus resultados (léase alumnos, son mediocres), donde el crecimiento económico, es mediocre, donde el desarrollo de la investigación, transformado en patentes propias es lamentable; en donde nuestros políticos son igualmente mediocres, aunque sean muchos y ganen mucho más que sus mediocres electores. (¿O acaso podría usted, amigo lector, citar los nombres de cuando menos 10 de los diputados recién electos; de esos que acaban de derrochar millones de pesos en campañas donde los hemos podido ver, una y otra vez, con sus rostros sonrientes y maquillados, en la cola (¿así se dirá?) de los camiones urbanos y suburbanos, en espectaculares, en periódicos, etc.; por todas partes?). ¿Recuerda usted, mi único lector, algún hecho notable de alguno, una propuesta inteligente, algo; lo que fuera, que lo hiciera salir del promedio, que lo haya hecho destacar de alguna forma?

 ¿Mediocres? Yo creo que sí. También. En su enorme mayoría. Y de los plurinominales, ni se diga. Mejor ni hablamos. 

 Pero ahora resulta que los cambios que proponen no son lo que se llama “estructurales”, sino cambios que fomenten la inversión, la competitividad, el desarrollo, pero respetando la “constitucionalidad”. Órale.

¿Sabe usted quién ha sido el campeón de los cambios a la Constitución? Sí, aunque lo dude, Felipe Calderón, quien lleva más de 100 en menos de seis años. Con el apoyo del PRI. Y ahora me salen con que son muy respetuosos de la Constitución.

¿De cuál?

Al buen entendedor pocas palabras. No habrá cambios de importancia. No se tocarán los feudos de los sindicatos consentidos del sistema. No los tocó Fox, no los tocó Calderón, no los tocará Peña Nieto, porque para eso se necesitan cambios, de esos que se laman “estructurales”. Y ya nos dijeron que no los esperemos. 

De aquí al 1 de diciembre vendrá el cabildeo fuerte para impedirlos, para que, como aconsejaba Macchiavello, “que todo cambie para que todo siga igual”.

¿Y cómo vamos a lograr eso? Leamos lo que sigue:

“Debemos cuidar lo principal. Estoy convencido de que el sindicalismo es necesario en el mundo para proteger a los trabajadores del voraz apetito que en ocasiones tienen algunos empleadores que no quieren cumplir con sus derechos. Tenemos una historia de lo que es la necesidad de un sindicalismo que nos asegura respeto a los derechos de los trabajadores y talento para la negociación de los mismos y de la paz laboral (…) El nombre del juego es certidumbre jurídica, tanto para los empleados como para los empresarios; que nadie se pase de la raya”.

Nada más que, como suele suceder, siempre hay un pelo en la sopa. En México hay dos clases de sindicalismo, el de los empleados y trabajadores del gobierno, los maestros, los de las universidades, las paraestatales, etc., y los otros: los mineros, los trabajadores agrícolas, los obreros de las maquiladoras, etc. Los primeros no tienen un patrón explotador, tienen líderes que se benefician del sistema político y un patrón paternalista que les otorga habitualmente un trato privilegiado. Y los otros, los que sufren a líderes, habitualmente charros, que venden contratos de protección. Y que sí tienen patrones explotadores. Basta con ver los índices de pobreza de México.

Garantizar la transparencia en el manejo de las cuotas, la democracia interna, la permanencia voluntaria en los sindicatos, la desaparición de la clausula de exclusión, etc., esas serían herramientas indispensables para el cambio. 

Pero todo esto no entrará en las discusiones legislativas, porque esas ya serían transformaciones estructurales. Y ya nos dijeron que esas… esas no pasarán. Que solamente pasarán las de maquillaje, para no tocar intereses intocables.

¿Y así pretenden que salgamos de la mediocridad?

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